Hay lugares que no son pretenciosos… Lugares que no quieren ser nada más de lo que ya son y eso es más que suficiente. Son lugares pequeños, modestos, simples, pero no por eso dejan de ser lugares maravillosos que llenan el alma del que los visita desde el mismo momento en el que uno se baja del avión. Laos es, sin duda alguna, uno de esos lugares. Simple, tranquilo, acogedor pero con un alma fantástica y una vibra alucinante que cautivan desde el primer instante.
Ahora, en una zona como el Sudeste Asiático donde llegan miles y miles de turistas al día, Laos es ese oasis refrescante alejado del bullicio y el caos de Bangkok, Ho Chi Minh o Phnom Penh. Laos es también el lugar perfecto para escapar de las hordas de turistas que invaden a diario Angkor Wat en Camboya y que lo hacen un lugar alucinante pero insufrible al mismo tiempo. En Laos hay turistas, muchos, pero no aparecen en masa para agredir todo en su entorno como en los países vecinos. Y es que, con excepción del turista coreano irrespetuoso ocasional – del que les hablaré más adelante -, Laos es un paraíso donde locales y visitantes conviven sin alterar la esencia natural de las cosas. Y sí, en medio de su imperfección, de su pobreza – en algunos casos extrema -, de sus contradicciones, Laos es esa joya casi desconocida en una zona donde Tailandia, Vietnam y Camboya son los protagonistas indiscutibles.
Con algo más de 6 millones de habitantes, todo el país tiene menos gente que la ciudad de Bogotá. Laos no sólo es un país pequeño… Laos es también un país que, hasta hace poco, estaba aislado del mundo exterior y no fue sino hasta la década de 1990 cuando el país se abrió al turismo internacional. Al ser un país comunista – aunque la constitución hable de socialismo -, el gobierno del Partido Popular Revolucionario de Laos no estaba muy interesado en que su gente tuviera mucho contacto con el mundo exterior… Esa suele ser una constante de los Estados comunistas hasta después de la caída del Muro de Berlín. Lo vimos en Alemania, lo vimos en Hungría, lo vimos en Angola y lo seguimos viendo en Corea del Norte.
Pero hay una razón aún más importante que no sólo afectó la voluntad de Laos para abrirse al mundo sino el deseo de los turistas internacionales de visitar Laos: La Guerra de Vietnam. Resulta que durante la Guerra de Vietnam, el territorio de Laos fue utilizado por el gobierno de Vietnam del Norte para llevar suministros, armas y alimentos no sólo a sus tropas en Vietnam del Sur sino también a la guerrilla del Viet Cong. Claro, era mucho más fácil pasar por el país vecino que atravesar la impenetrable frontera entre el norte y el sur. Pues a estos caminos utilizados por Vietnam del Norte en Laos se les llamó la “Ruta Ho Chi Minh” o la “Carretera de Hanói a la Victoria”. Y cuando Estados Unidos se dio cuenta que Ho Chi Minh estaba usando a Laos como punto de tránsito, no tuvo ningún problema en empezar a bombardearlo… y a bombardearlo… y a bombardearlo. A tal punto que Laos tiene el nada deseable título de ser el país que más ha sido bombardeado en la historia de la humanidad. Sí señores, más que los países de la antigua Yugoslavia, Afganistán, Iraq, Siria, Yemen o Libia. EL MÁS BOMBARDEADO DEL MUNDO.
Los bombardeos de Estados Unidos a Laos fueron no sólo atroces sino una verdadera vergüenza para esto que hacemos llamar “humanidad”. Entre 1964 y 1973, 580.000 misiones aéreas dejaron caer más de 2 millones de toneladas de bombas sobre Laos, la mayoría de ellas fueron bombas de racimo. Eso quiere decir que cada una de esas bombas a su vez tenía cientos de “submuniciones” – léase “bombitas” – adentro donde cada una de ellas tenía la capacidad de destruir áreas de entre 200 y 400 metros cuadrados. Resumamos: 2 millones de toneladas de bombas que equivalen a más o menos 270 millones de “bombitas” significan un avión lleno bombardeando Laos cada 8 minutos durante 24 horas al día durante 9 años, la mayoría de ellas cayendo sobre población civil. Ahí tienen.

Exposición de las bombas racimo que usó Estados Unidos en Laos en el Centro COPE en Vientián

Exposición de las bombas racimo que usó Estados Unidos en Laos en el Centro COPE en Vientián
Pero como si todo lo anterior no fuera suficiente para acabar con un país, cerca del 30% de las bombas que usó Estados Unidos en Laos no estallaron durante la guerra. Los reportes oficiales hablan de aproximadamente 80 millones de “bombitas”, cada una de ellas capaz de destruir el área de 3 campos de fútbol, quedaron sin explotar en Laos. Déjenme volver a decirles eso de otra forma: Incluso con los 2 millones de “bombitas” que han destruido desde 1996 cuando empezó el programa para “limpiar” a Laos de bombas racimo, AÚN QUEDAN 78 MILLONES DE “BOMBITAS” TIRADAS POR TODO LAOS SIN EXPLOTAR. Y el problema es que, después de tanto tiempo, cualquier contacto, golpe o cambio de temperatura las puede hacer explotar matando a cualquier persona que esté por ahí. De hecho, desde 1999, más de 4000 personas han quedado heridas por estas explosiones y más de 850 han muerto. Conclusión: Más de 40 años después de la Guerra de Vietnam, Estados Unidos continúa matando gente en Laos.
Y ustedes dirán, si aún hoy siguen explotando esas bombas, ¿el buen mapache por qué carajos quiere que vayamos a Laos? 3 razones: 1. Porque las bombas que quedan están en las zonas más apartadas del país donde la población es mínima. 2. Porque, a pesar de haber quedado reducido a cenizas, el país ha logrado reconstruirse después de la guerra hasta el punto de convertirse en un lugar alucinante. 3. ¿Quién no quiere un sello de la República Democrática Popular Lao en el pasaporte? Entonces, después de esta no tan corta introducción, nos vamos para Vientián y Luang Prabang, las 2 ciudades principales en Laos. Claro, son lugares muy pequeños que se conocen en muy pocos días, pero no por eso dejan de ser absolutamente fantásticas. Traigan café y acomódense que empezamos.
Vientián, la ciudad del sándalo
Vientián es una ciudad pequeña y llegar no es tan fácil como parece. Sí, hay vuelos a varias capitales de la zona, pero suele haber 3 problemas: 1. No hay vuelos a la ciudad que uno necesita (como Ho Chi Minh o Hong-Kong); 2. Hay vuelos pero las conexiones no cuadran y le toca a uno esperar ETERNIDADES en el aeropuerto a pesar de estar a menos de 40 minutos en avión de Vientián; y 3. Las conexiones que sí funcionan son carísimas (por ejemplo con conexión en Bangkok o Singapur). Claro, a mí se me juntaron los 3. Finalmente, mi opción fue hacerle una jugada a los sistemas de las aerolíneas para saltarme las limitaciones… Hay que ser recursivos en la vida.
Entonces: Un solo pasaje desde Hong-Kong hasta Vientián con escala en Hanói, el primer trayecto en Vietnam Airlines y el segundo en Lao Airlines. El problema es que como el tiempo de escala en Hanói sólo era de 50 minutos, Vietnam Airlines no me lo dejaba comprar porque el tiempo de conexión era muy corto. Lo que no sabían ellos es que Lao Airlines sí me dejaba y así, si no alcanzaba a conectar, el problema era de ellos, no mío. Y así fue… Hong-Kong – Hanói en Vietnam Airlines, llegue a Hanói, pase seguridad, corra como un loco psicópata por los pasillos, busque la oficina de Lao Airlines para que le den el pasabordo y luego corra como un psicópata poseído hasta la sala de espera en 50 minutos. Pero claro, como todo es susceptible de empeorar, la señora que trabaja en Lao Airlines se demoró 30 minutos en abrir la oficina y yo pariendo erizos. Finalmente la buena señora decidió trabajar y yo llegué a tiempo a la sala para salir a Vientián.
Y aquí empezaba el problema número 2: El buen mapache y su pánico a los aviones montado en Lao Airlines. Es que yo soy imbécil. Siempre que estoy comprando los pasajes digo: no es tan grave, si todo el mundo se monta en Lao Airlines, ¿por qué yo no? Pero claro, cuando veo el avión estacionado frente a mí, ahí es cuando entro en pánico y me pregunto yo por qué demonios me pongo a volar en aerolíneas de esas. Ya me había pasado volando de Teherán a Yereván en un Boeing 727 de Iran Aseman Airlines de 1978 unos años atrás – esa historia se las conté aquí – y ahora me estaba pasando otra vez. Al menos esta vez el avión era bastante más nuevo. Me encomiendo a todas las deidades del cielo, paso saliva y me monto en un avión en el que los auxiliares de vuelo hacen un pequeño ritual que incluye una venia para cada pasajero. No saben lo linda que me pareció esa bienvenida. Era una aerolínea pequeña donde el servicio no se había masificado y uno era tratado como un ser humano. Bien. Continúo y me siento en mi silla color verde aguacate podrido para mi viaje a Vientián.

Avión de Lao Airlines en el Aeropuerto de Hanói, Vietnam

Las sillas color verde aguacate podrido de Lao Airlines

Surcando los cielos laosianos al atardecer
Y llegamos a Laos, el único país del mundo donde no me han preguntado ABSOLUTAMENTE nada en migración. Uno llega, hace una fila corta, pasa donde el fulano malacaroso, saluda, él lo ignora, entrega el pasaporte, el formulario, los dólares de la visa, espera mientras el fulano lo mira con mala cara, 2 minutos después le devuelven el pasaporte con la visa y, con la cabeza, le dice que se vaya. Y ya. Uno emerge en Vientián sin que siquiera le pregunten dónde se va a quedar ni cuándo se va.
La primera impresión de Vientián es sin duda el calor. 38 grados a las 7 de la noche y una humedad de esas que le entran a uno por los poros y le hacen sudar partes del cuerpo que uno no sabía que tenía. Después de haber estado en Ho Chi Minh y Hanói, el tráfico de Vientián se siente como si uno estuviera en Suecia. Hay tráfico, hay motos y hay el conductor psicópata ocasional, no digo que no, pero no conducen como en Vietnam y eso ya es más que suficiente.
Si miran el mapa de arriba, verán que Vientián es una ciudad pequeña, muy pequeña. De hecho, su población no llega a los 800.000 habitantes y, en consecuencia, se recorre bastante rápido. Un par de días son más que suficientes para explorar los lugares más interesantes de la ciudad que se distribuyen básicamente en 2 ejes. Uno paralelo al Río Mekong y otro perpendicular marcado por la Avenida Lane Xang. En esos dos ejes se concentra la mayoría de los restaurantes, museos, monumentos y templos de la ciudad. El río no sólo es el límite de la ciudad, sino también del país. Al otro lado está Tailandia y, con eso, Vientián se convierte en una de las 9 capitales del mundo ubicadas sobre fronteras internacionales.
El Río Mekong
El río sin duda domina la ciudad pero se vive diferente de día y de noche. De día, las vías paralelas al Mekong se convierten en una zona de tránsito. La gente va en tuk tuks a toda velocidad para aprovechar el viento. No hay gente caminando y los restaurantes están casi vacíos. Pero claro, si uno está de visita en la ciudad, ésta es la zona que tiene que recorrer. Entonces mis consejos: ármese de valor, póngase una camiseta ligera, compre agua – mucha agua -, cúbrase de bloqueador solar de pies a cabeza y salga a caminar. Eso sí, sepa que a los 15 minutos su camiseta estará completamente lavada en sudor y usted estará buscando dónde refugiarse del sol. Aún así, la zona es algo caótica pero hermosa. Les cuento.
Sobre el río está una de las pocas plazas del mundo donde todavía se ven banderas con la hoz y el martillo ondeando al lado de la bandera nacional. Claro, la hoz y el martillo son los símbolos del Partido Popular Revolucionario de Laos. Al lado sur de la plaza se encuentra el Parque y la Estatua de Chao Anouvong, el Rey de Vientián entre 1804 y 1829. Ahí mismo está la fuente de las Nāgas que, para quienes no las conocen, son una deidad que toma la forma de una gran serpiente y está presente en el hinduismo, budismo y jainismo. En la mitología de Laos, las Nāgas viven en el Río Mekong y sus estuarios y son las protectoras de la ciudad de Vientián y del Estado Laosiano. Entonces, para seguir con la simbología, partiendo del Río hacia el interior están: la estatua del Rey Anouvong, luego la fuente de las Nāgas y finalmente el Palacio Presidencial. Claro, las serpientes de la fuente están mirando hacia el Palacio para proteger e iluminar a sus dirigentes.
Camínese toda la zona y cuando esté ad portas de la deshidratación, váyase a un lugar que queda justo al frente de la plaza de las banderas que se llama Café Amazon. Venden el mejor granizado de café del Sudeste Asiático y es fantástico para quedarse ahí sentado viendo el mundo pasar mientras baja un poco el sol… Sobre todo al medio día que es cuando el sol lo quiere matar a uno.

Plaza de las Banderas en Vientián sobre el Río Mekong

Banderas de Laos y del Partido Popular Revolucionario de Laos en la Plaza de las Banderas en Vientián sobre el Río Mekong

Plaza de las Banderas en Vientián sobre el Río Mekong

Plaza de las Banderas en Vientián sobre el Río Mekong

Plaza de las Banderas en Vientián sobre el Río Mekong

Plaza de las Banderas en Vientián sobre el Río Mekong

Ribera del Río Mekong frente a la Estatua de Anouvong

Estatua de Chao Anouvong apuntando hacia Tailandia

Estatua de Chao Anouvong apuntando hacia Tailandia

Estatua de Chao Anouvong apuntando hacia Tailandia

Fuente de las Nāgas con el Palacio Presidencial al fondo

Fuente de las Nāgas

Palacio Presidencial de Laos en Vientián

Palacio Presidencial de Laos en Vientián

Palacio Presidencial de Laos en Vientián

Palacio Presidencial de Laos en Vientián

Palacio Presidencial de Laos en Vientián

Tuk tuks al frente del Río Mekong

Arco frente al Río Mekong

El granizado de café que les digo en el Café Amazon
De noche es cuando la zona cobra vida. Apenas baja la temperatura, cientos de comerciantes instalan sus carpas en el parque Chao Anouvong justo detrás de la plaza de las banderas y empieza el mercado nocturno. El lugar es fantástico porque, aunque pequeño, se encuentra uno a cientos de laosianos – además del turista ocasional – que sale a caminar, a comer un helado o a comprar ropa. Es el espacio de encuentro de los locales y eso hace que tenga ese sabor maravilloso que está asociado con la autenticidad. Y es que es eso, auténtico. En el mercado encuentra desde ropa con la bandera de Laos o con la hoz y el martillo hasta juguetes, pero lo más importante son las joyas y artesanías que hacen con los restos de las bombas que Estados Unidos les tiró en la cabeza. Y sí, esta gente hizo de su desgracia una oportunidad de generar ingresos y ahora les venden aretes, collares, cadenas y demás hechas de los materiales de las bombas usadas durante la guerra.

Mercado nocturno en la orilla del Mekong en Vientián

Mercado nocturno en la orilla del Mekong en Vientián

Información sobre las cadenas que hacen con las bombas que Estados Unidos usó en Laos

Artefactos hechos con las bombas que Estados Unidos usó en Laos

Artefactos hechos con las bombas que Estados Unidos usó en Laos
Además del mercado nocturno, las calles adyacentes se llenan de vida. Los restaurantes abren y ponen sus mesas sobre las aceras, los bares se llenan de locales y turistas, los puestos de comida callejera invaden las calles y el lugar cobra vida. Es como si la noche trajera consigo una ciudad diferente, viva, alegre, vibrante. Y llega la hora de comer. La oferta va desde sopas y arroces tradicionales de la zona hasta los platos más extraños. Es normal caminar entre puestos de venta de comida que exhiben ranas sin piel listas para ser cocinadas, escorpiones, insectos o incluso culebras. Todo un manjar para los que les gusta experimentar. Yo sí les digo que apenas vi esa rana sin piel ahí exhibida, se me revolcó la entraña por completo y procedí a pedir una sopa con vegetales y, lo más importante, sin rana alguna. No gracias.

La noche de Vientián cerca del Río Mekong

La oferta culinaria de Vientián con la rana sin piel en primera plana

La oferta culinaria de Vientián con la raza sin piel en primera plana
Avenida Lane Xang
El segundo gran eje de Vientián es el que va perpendicular al Río Mekong. Empieza en el Palacio Presidencial al sur y va hasta el extremo norte de la ciudad. La Avenida Lane Xang es el centro de poder del país. Es un corredor imponente dominado por el gran Monumento Patuxai que se convierte en la primera parada obligada. Rodeado por jardines y fuentes, el Patuxai fue construido entre 1962 y 1968 para conmemorar a los muertos durante la guerra de independencia contra Francia. Patuxai significa literalmente la “Puerta de la Victoria” en idioma laosiano.
Y aquí la historia. Resulta que Estados Unidos le había dado una plata a Laos para que construyera un nuevo aeropuerto y ellos se carnavalearon, desviaron los fondos y construyeron el Patuxai. El problema es que la plata no alcanzó y ellos se quedaron con un arco a medias y sin aeropuerto nuevo. Así estamos. En cualquier caso, llénense de valor y suban al último piso del arco. Mientras suben ocurrirán 3 cosas: 1. Insultarán al universo porque si afuera hacen 38 grados, adentro hacen 45 y ustedes sudarán como si no hubiera un mañana. 2. Aunque son sólo 7 pisos, las escaleras son largas y están bastante sucias y malolientes. No es agradable. Y 3. En cada piso hay tiendas de recuerdos que les venden desde banderas hasta camisetas. El problema es que son las más caras de Vientián. Entonces, si se quiere arruinar, compre ahí. Si no, vaya al centro comercial que queda al lado de la oficina de turismo sobre la Avenida Lane Xang a un par de cuadras y lo compra a menos de la mitad del precio.
Y entonces usted llegó arriba. Primero respire aire puro, luego disfrute de la brisa que refresca el sudor en su cara y luego deléitese con las vistas de 360° sobre Vientián. La ciudad no tiene muchos edificios, así que el Patuxai es sin duda el mejor lugar para tener vistas panorámicas. Nuevamente, no es una ciudad imponente pero es una ciudad con sabor y con alma. Les muestro:

El gong de la paz de Vientián con el Patuxai al fondo

El gong de la paz de Vientián

Patuxai: el Arco del Triunfo de Vientián

Vista del Ministerio de Justicia desde el Patuxai

Vista de Vientián desde el Patuxai

Vista de Vientián desde el Patuxai

Vista de las oficinas del gobierno desde el Patuxai

Vista de Vientián desde el Patuxai

Vista de Vientián desde el Patuxai

Vista de las oficinas del gobierno desde el Patuxai

Vista de Vientián desde el Patuxai

Vista de las oficinas del gobierno desde el Patuxai

Vista de Vientián desde el Patuxai

Vista de Vientián desde el Patuxai

Vista de Vientián desde el Patuxai

Vista de Vientián desde el Patuxai

Patuxai: el Arco del Triunfo de Vientián

Patuxai: el Arco del Triunfo de Vientián

Patuxai: el Arco del Triunfo de Vientián

Patuxai: el Arco del Triunfo de Vientián
Ahí mismo, sobre un costado del Patuxai se encuentran las oficinas del gobierno y el Ministerio de Justicia. Unas 5 ó 6 cuadras más al norte encuentran la rotonda de la Aseán con las banderas de todos los países miembros y los museos del ejército y la policía. Pero lo que en realidad vale la pena es lo que está en la explanada justo a la derecha de la rotonda. El recorrido ahí empieza con la Asamblea Nacional de Laos, tal vez el edificio más feo de todo Vientián. Aún así, el escudo comunista de la entrada y la bandera gigante que tiene adentro son más que suficientes para un ñoño disfuncional como yo. Al frente tienen el parque Nong Sa Phang Lenh que está lleno de plumerias, la flor nacional que en Laos se conoce como champa. Justo al lado está el monumento a la Revolución Comunista de 1975 y, después, al lado de la Asamblea, la joya de Vientián: la Estupa de Pha That Luang.
Y créanme, Pha That Luang – que significa “la gran estupa” – es alucinante. Fue construida originalmente como un templo hindú en el Siglo III y, debido a las múltiples invasiones, reconstruida varias veces. La versión actual tiene 44 metros de alto y está completamente cubierta de oro. Y claro, ya no es hindú… de hecho los 3 niveles que tiene corresponden a la doctrina budista. En cualquier caso, el amarillo brillante del oro, las esculturas que tiene sobre todo en las entradas y las 30 estupas pequeñas que tiene alrededor la convierten sin duda en el lugar más representativo de Vientián y en el símbolo nacional más importante de Laos. Finalmente, a lado y lado del Pha That Luang están los templos That Luang 1 y 2. Los edificios no sólo son hermosísimos sino que además contienen un sinnúmero de estatuas de Buda y otros dioses budistas alrededor. Todo el complejo es una cosa loca. Les muestro:

Museo de la Seguridad del Pueblo

Museo de la Seguridad del Pueblo

Museo de la Seguridad del Pueblo

Museo de la Seguridad del Pueblo

Museo de la Seguridad del Pueblo

Museo de la Seguridad del Pueblo

Rotonda de la Aseán

Monumento a la Revolución Comunista de 1975

Monumento a la Revolución Comunista de 1975

Asamblea Nacional de Laos

Asamblea Nacional de Laos

Asamblea Nacional de Laos

Asamblea Nacional de Laos

Asamblea Nacional de Laos

Pha That Luang

Pha That Luang

Pha That Luang

Pha That Luang

Pha That Luang

Pha That Luang

Pha That Luang

Pha That Luang

Pha That Luang

Pha That Luang

Pha That Luang

Pha That Luang

Templo That Luang 2

Templo That Luang 2

Templo That Luang 2

Templo That Luang 2

Templo That Luang 2

Templo That Luang 2

Templo That Luang 2

Templo That Luang 2

Templo That Luang 2

Templo That Luang 2

Templo That Luang 2

Templo That Luang 2

Templo That Luang 2

Templo That Luang 2

Templo That Luang 1

Templo That Luang 1

Templo That Luang 1

Templo That Luang 1

Templo That Luang 1
Los templos budistas
Si hay algo hermoso en Vientián son los templos budistas. Están en todas partes y, aunque la mayoría comparte elementos similares, todos terminan siendo diferentes. Eso sí, Budas y serpientes de varias cabezas son elementos infaltables. Los templos y las estupas están dispersos por toda la ciudad. Mi recomendación es que los ubiquen en el mapa que les dan en el hotel y mientras van recorriendo los lugares que les mencioné anteriormente, van viendo los que estén por ahí cerca. Lo cierto es que son tantos que, a no ser que uno se quede varias semanas, no los alcanza a ver todos. Pero créanme, vale la pena hacer el recorrido y entrar al máximo número de templos posibles. La arquitectura y los símbolos religiosos son hermosísimos.

Templo budista en Vientián, Laos

Templo budista en Vientián, Laos

Estupa That Dam

Estupa That Dam

Estupa That Dam

Templo budista en Vientián, Laos

Templo budista en Vientián, Laos

Templo budista en Vientián, Laos

Templo budista en Vientián, Laos

Templo Wat Phra Kaew en Vientián, Laos

Templo Wat Phra Kaew en Vientián, Laos

Templo Wat Phra Kaew en Vientián, Laos

Templo Wat Phra Kaew en Vientián, Laos

Templo Wat Phra Kaew en Vientián, Laos

Templo Wat Phra Kaew en Vientián, Laos

Templo budista en Vientián, Laos

Templo budista en Vientián, Laos

Templo budista en Vientián, Laos

Templo budista en Vientián, Laos

Templo Wat Ong Teu en Vientián, Laos

Templo Wat Ong Teu en Vientián, Laos

Templo Wat Ong Teu en Vientián, Laos

Templo Wat Ong Teu en Vientián, Laos

Templo Wat Ong Teu en Vientián, Laos

Templo Wat Ong Teu en Vientián, Laos

Templo Wat Ong Teu en Vientián, Laos

Templo Wat Ong Teu en Vientián, Laos

Templo Wat Ong Teu en Vientián, Laos
Centro de Visitantes COPE
Y terminamos Vientián con uno de mis lugares favoritos. Resulta que hay un centro llamado COPE (Cooperative Orthotic & Prosthetic Enterprise) que se encarga de ayudar a las víctimas de las bombas que les conté antes. Les dan asistencia psicológica luego de quedar heridos o mutilados por una explosión y les dan prótesis, principalmente de piernas, para que puedan volver a caminar. Hacen un trabajo admirable. Pero COPE no es sólo el centro de apoyo para las víctimas. También tienen un mini-museo que cuenta las consecuencias de la Guerra de Vietnam para Laos. Entonces, como el Museo Nacional de Laos está acabado y la exhibición no aporta nada en el mundo, vayan a COPE, vean la exposición y con la entrada ayudan a las víctimas de las bombas. Todos ganan y ustedes aprenden. Hagan caso.

Escultura hecha con 500 kilos de bombas racimo en COPE

Bombas racimo en COPE

COPE

Prótesis usadas por las víctimas de las bombas racimo en COPE

Prótesis usadas por las víctimas de las bombas racimo en COPE

Prótesis usadas por las víctimas de las bombas racimo en COPE

Palacio Nacional de la Cultura de Laos

Palacio Nacional de la Cultura de Laos

Museo Nacional de Laos
Luang Prabang, Patrimonio de la Humanidad
Aunque Google Maps dice que la distancia entre Vientián y Luang Prabang se recorre en tan sólo 6 horas y media, la realidad es que el recorrido dura casi 12 horas… Un poco menos si les toca un conductor poseído por el demonio que va a 120 km/h entre las curvas y los huecos de las carreteras laosianas. Eso sí, llegan sin parásitos porque todos se les mueren durante el trayecto… que no está nada mal. Es eso o un vuelo de 30 minutos desde Vientián que no vale más de 45 USD. Ustedes deciden.
Lo que sí les puedo decir es que no se pueden ir de Laos sin ir a Luang Prabang. Uno llega y es como si estuviera en un país completamente diferente. Empezando por la temperatura, los 35 grados de Vientián pasan ser unos muy agradables 14 grados en Luang Prabang. Luego, si Vientián es la típica ciudad desorganizada y algo caótica del Sudeste Asiático, Luang Prabang es limpia, ordenada, agradable y, sobre todo, lenta. Ahí no afanes, no hay ruido, no hay tráfico… Es como si el mundo estuviera en cámara lenta. Claro, la ubicación de la ciudad en medio de las montañas, la niebla constante, el río Mekong y la mezcla entre la arquitectura tradicional budista y la arquitectura francesa de la ciudad se juntan para hacer de la ciudad un lugar mágico… Tanto, que en 1995 la Unesco reconoció su centro histórico como el primer patrimonio de la humanidad de Laos.
El centro de la ciudad está confinado entre el Monte Phousi y los Ríos Mekong y Nam Khan. Justo ahí se encuentra el antiguo palacio real que sirvió de sede de gobierno durante el Reino de Laos. Es más, la ciudad de Luang Prabang fue la capital del Reino de Lan Xang (Reino del Millón de Elefantes) desde el Siglo XIV hasta el Siglo XVI, y a partir de ahí, continuó siendo la capital real hasta la revolución comunista de 1975. El Palacio Real es un conjunto de edificios de arquitectura budista ubicados sobre la ribera del Mekong y separados por fuentes y parques. El complejo es alucinante y está muy, pero muy bien cuidado. Vale la pena recorrerlo y disfrutarlo con calma. Y ojo con los diseños de las fachadas de los edificios, particularmente el del Palacio que tiene el símbolo de los elefantes de la época del Reino del Millón de Elefantes. Es verdaderamente hermoso.

Palacio Real de Luang Prabang desde el Monte Phousi con el Mekong al fondo

Templo budista en el Palacio Real de Luang Prabang

Templo budista en el Palacio Real de Luang Prabang

Templo budista en el Palacio Real de Luang Prabang

Templo budista en el Palacio Real de Luang Prabang

Templo budista en el Palacio Real de Luang Prabang

Templo budista en el Palacio Real de Luang Prabang

Templo budista en el Palacio Real de Luang Prabang

Palacio Real de Luang Prabang

Palacio Real de Luang Prabang

Palacio Real de Luang Prabang

Palacio Real de Luang Prabang

Palacio Real de Luang Prabang

Palacio Real de Luang Prabang

Palacio Real de Luang Prabang

Palacio Real de Luang Prabang

Palacio Real de Luang Prabang

Palacio Real de Luang Prabang

Palacio Real de Luang Prabang
Luang Prabang es hermosa. A pesar de sólo tener 77.000 habitantes, tiene más de 50 templos budistas dispersos por toda la ciudad. En cada uno de ellos viven monjes que se visten con sus túnicas naranjas que, además, salen todas las madrugadas a las calles de la ciudad para recibir la ofrenda de locales y turistas que les dan arroz y frutas en una ceremonia conocida como Binthabat. Entonces, si van a Luang Prabang, levántense a las 5 am un día, se abrigan MUY BIEN porque si no se les congela la entraña y van a ver la ceremonia. Lo que sí les digo es que la ceremonia, que debería ser solemne y respetuosa, se ha convertido en un desorden absoluto por cuenta de los turistas coreanos – sí, los demás sí respetaban – que se atraviesan y empiezan a manosear a los monjes. Es una vergüenza. Aún así, la ceremonia es hermosa. Vale la pena verla.

Ceremonia del Binthabat en Luang Prabang

Ceremonia del Binthabat en Luang Prabang

Ceremonia del Binthabat en Luang Prabang

Ceremonia del Binthabat en Luang Prabang

Ceremonia del Binthabat en Luang Prabang

Ceremonia del Binthabat en Luang Prabang

Ceremonia del Binthabat en Luang Prabang

Monjes en las calles de Luang Prabang
Justo al frente del Palacio Real está el Monte Phousi, un centro religioso de la ciudad lleno de templos budistas y estatuas de Buda. La subida por las escaleras es dura pero sin duda vale la pena, no sólo por los templos sino porque arriba tendrán las mejores vistas de la ciudad y del Río Mekong. Mi recomendación: cómprense un café, suben y esperan arriba el atardecer. La vista es alucinante.

Entrada al Monte Phousi

Desde el Monte Phousi

Monte Phousi

Monte Phousi

Luang Prabang desde el Monte Phousi

Monte Phousi

Monte Phousi

Monte Phousi

Monte Phousi

Monte Phousi

Monte Phousi

Monte Phousi

Monte Phousi

Monte Phousi

Monte Phousi

Monte Phousi

Monte Phousi

Luang Prabang desde el Monte Phousi

El Río Mekong desde el Monte Phousi

Luang Prabang desde el Monte Phousi

Luang Prabang desde el Monte Phousi

Monte Phousi

Monte Phousi

Luang Prabang desde el Monte Phousi

Luang Prabang desde el Monte Phousi

Luang Prabang y el Mekong desde el Monte Phousi

Luang Prabang y el Mekong desde el Monte Phousi
Como les conté, Luang Prabang está llena de templos budistas. En mi concepto, el más lindo de todos es el Wat Xiengthong casi al final de la península donde se unen el Mekong y el Nam Khan. Tómense un día completo para recorrerlos mientras paran en alguna de las múltiples panaderías francesas de la ciudad a tomarse un café con un pan de chocolate. Cada una de las calles de Luang Prabang es absolutamente mágica y vale la pena caminársela. Además, como en Vientián, en la calle principal organizan cada noche un mercado que termina en la calle de las comidas, un pequeño callejón ABSOLUTAMENTE LLENO de pequeños puestos donde uno paga una cantidad fija y come todo lo que se le antoje. La ventaja es que aquí no venden ranas ni culebras, y la comida es deliciosa. Pero hay 2 problemas: 1. El callejón es bastante angosto y encontrar dónde sentarse puede ser complicado; y 2. Como los laosianos son bastante bajitos, si ustedes miden más de 1.75 como yo, les toca entrar agachados para no fracturarse el cráneo con los techos de los puestos de comida. Aún así, la experiencia vale la pena.

Monjes en la ribera del Mekong

Calle principal de Luang Prabang

Calle principal de Luang Prabang

Calle principal de Luang Prabang

Calle principal de Luang Prabang

Calle principal de Luang Prabang

Calle principal de Luang Prabang

Luang Prabang

Calle principal de Luang Prabang

Calle principal de Luang Prabang

Templo Budista en Luang Prabang

Templo Budista en Luang Prabang

Templo Budista en Luang Prabang

Templo Budista en Luang Prabang

¿Alguna vez se preguntó cómo se dice “Pare” en laosiano?

Luang Prabang

El Mekong en Luang Prabang

El Mekong en Luang Prabang

Luang Prabang

Luang Prabang

Luang Prabang

El Mekong en Luang Prabang

Templo Budista en Luang Prabang

Templo Budista en Luang Prabang

Templo Budista en Luang Prabang

Templo Budista en Luang Prabang

Templo Budista en Luang Prabang

Templo Budista en Luang Prabang

Templo Budista en Luang Prabang

Templo Budista en Luang Prabang

Templo Budista en Luang Prabang

Templo Budista en Luang Prabang

Templo Budista en Luang Prabang

Templo Budista en Luang Prabang

Templo Budista en Luang Prabang

Templo Budista en Luang Prabang

Templo Budista en Luang Prabang

Templo Budista en Luang Prabang

Desembocadura del Río Nam Khan en el Mekong

Templo Budista en Luang Prabang

Templo Budista en Luang Prabang

Templo Budista en Luang Prabang

Templo Budista en Luang Prabang

Templo Budista en Luang Prabang

Templo Budista en Luang Prabang

Templo Budista en Luang Prabang

Templo Budista en Luang Prabang

Templo Budista en Luang Prabang

Templo Budista en Luang Prabang

Templo Budista en Luang Prabang

Templo Budista en Luang Prabang

Templo Budista en Luang Prabang

Templo Budista en Luang Prabang

Templo Budista en Luang Prabang

Templo Budista en Luang Prabang

Templo Budista en Luang Prabang

Templo Budista en Luang Prabang

Mercado de Comida de Luang Prabang

Mercado de Comida de Luang Prabang

Mercado de Comida de Luang Prabang
Para terminar, cuando ya hayan recorrido toda la ciudad – que se recorre fácilmente en un día porque es diminuta -, paren un Tuk Tuk y díganle que los lleve a las Cascadas de Kuang Si. El trayecto incluye una media hora en tuk tuk, luego unos 10 minutos en una canoa diminuta y bastante inestable que va rauda y veloz por el río y se sacude horriblemente cada vez que pasa una canoa en sentido contrario y, finalmente, unos 15 minutos caminando montaña arriba. Al llegar, encuentran unas cascadas alucinantes con piscinas naturales de agua color turquesa. Ahí pueden caminar río arriba o sentarse a ver las cascadas desde uno de los múltiples restaurantes del lugar.

De camino a las Cascadas de Kuang Si

De camino a las Cascadas de Kuang Si

Cascadas de Kuang Si

Cascadas de Kuang Si

Cascadas de Kuang Si

Cascadas de Kuang Si

Cascadas de Kuang Si

Cascadas de Kuang Si

De regreso a Luang Prabang

De regreso a Luang Prabang
Y con esto terminamos nuestro recorrido por Vientián y Luang Prabang. Les repito, Laos es alucinante y que sus ciudades sean pequeñitas, están llenas de alma, vida y sabor. Yo volvería a Laos sin dudarlo ni un segundo. De hecho, todo el mundo habla maravillas de Camboya y a mí Laos me gustó muchísimo más. Debe ser porque Camboya dejó de ser Camboya por darle gusto los turistas mientras que Laos permanece intacto. En otra oportunidad les cuento mis impresiones de Camboya pero, por ahora, vayan a Laos. Les aseguro que lo amarán como yo.
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Y ahora sí, espero que les haya gustado y nos vemos en una próxima oportunidad (que espero que sea más temprano que tarde). ¡Adios pues!
Archivado en: Laos Tagged: Asia, Budismo, Conflictos, Curiosidades, Fotografía, Geografía, Historia, Política, Religión, Viajes
