No señores, el Blog de Banderas no ha muerto (ni morirá). Como les conté en la entrada anterior (hace ya unos meses), la vida se me complicó y el trabajo está ocupado mucho más tiempo del que me gustaría que ocupara… Pero esto no va a durar mucho. Uno o dos meses más y todo volverá a la normalidad.
Ahora, mientras yo estoy conmocionado con el trabajo, el señor Javier Sevil había quedado de apropiarse del Blog para mantenerlo vivo. Como ustedes ya lo conocen, saben que él dice una cosa pero hace otra… Y la “otra cosa” que hizo fue viajar y beber alcohol. En todas sus formas. Y claro, las entradas del Blog quedaron en veremos. Era de esperarse.
Pero no todo está perdido. Mientras Javier abandona momentáneamente el alcohol y yo termino mis cosas, hay lectores dispuestos a entretenernos con sus historias aquí en su Blog de Banderas. Y justo eso pasó hoy. La señorita @_smores en tuíter se fue de paseo a Escocia e Islandia y aceptó contarnos sus anécdotas por estas tierras. More es colombiana y hablamos hace meses por tuíter… Ella es la que dice que este blog sirve para tener “datos cocteleros” que ayudan a conseguir novio / novia en reuniones sociales. Si a ustedes les ha servido el blog para eso, por favor cuéntenme sus historias y las publicamos. Me gusta que éste, su blog, preste otro tipo de servicios
Pero vamos al grano. More me envió una historia que habla de Whisky, acantilados, ciudades, islas, batallas y hasta faldas. Y claro, como no podía ser de otra forma con ella, el relato también tiene abundante dato coctelero para ayudarles a ustedes en las lides del amor. La historia de More me encantó, aunque claro, su estilo es diferente (lo cual es fantástico porque así no se aburren de mí contándoles las mismas historias siempre). Entonces, sin más preámbulos, los dejo con More y su viaje por Escocia. ¡Disfruten!
Todo empezó hace algunos años cuando por cuenta de un amigo de un amigo (así empieza todo siempre), llegué a una entrada del Blog sobre el genocidio en Rwanda. Como buena ñoña, me la leí completica y recordé todo lo que había estudiado sobre el tema años atrás. Es un tema que me interesa mucho, y me duele mucho. Estoy absolutamente convencida que tarde o temprano, por allá iré a ver yo misma todo eso que he leído y he visto a través de terceros.
El caso es que aunque el Blog me gustó mucho, le perdí el rastro y pues no supe más del tema por un tiempo. Hasta que un buen día, gracias a Twitter, y posiblemente al mismo amigo que me mostró el blog la primera vez, me encontré con el camarada @iShosholoza. Poco tiempo después empezaron a salir los famosos #hiloñoño y por cuenta de los mismos empezamos a conversar. Duré mucho tiempo convencida que era un compañero mío de la universidad pero resultó que no fue así, y su identidad real sigue siendo todo un enigma para mí.
Los #hiloñoño además de ser de todo mi gusto, me permitían repasar muchas cosas en las que no pensaba desde la universidad (estudié economía y ciencia política), y además de eso, me aportaban nueva información y otras perspectivas sobre las cosas. Al cabo de unos cuantos, volví al Blog de Banderas y además empecé a recolectar uno que otro #datococtelero que por supuesto compartía con mis amigos.
Esto me obliga a contar otra historia más, de esas de contexto, y es sobre el concepto del #datococtelero. Un buen amigo, que es también popular en redes, utiliza el concepto del dato coctelero para referirse a esa información que uno va recogiendo por la vida que puede ser muy interesante pero no es necesariamente útil para la vida práctica, y que sirve, muchas veces, para descrestar. Es decir que es un dato coctelero por excelencia que uno puede usar en diferentes escenarios sociales (preferiblemente donde haya ingesta de licor) para tener un tema de conversación interesante. Estoy segura que mi amigo me matará cuando vea la interpretación que le he dado yo al #datococtelero, pero es un concepto que desde hace años he interiorizado y que dicho sea de paso, un señor Mapache considera que utilizo para hacer levantes en los cocteles. La verdad no he levantado en ningún cóctel, pero sí he generado conversaciones entretenidas con variado #datococtelero. Así que gracias al buen amigo por introducir el concepto en mi vida y gracias al #hiloñoño por proveerme nuevos y variados datos.
En un momento muy oportuno para mí, uno de los #hiloñoño resultó siendo de viajes y pues quise aprovechar la experticia del camarada @iShosholoza durante la preparación de mi viaje, así que le hice algunas consultas y le comenté mis alternativas de destino.
Cada que hago cualquier viaje (que no sea laboral), armo un archivo Excel con información de lo que quiero hacer y a dónde quiero ir y algunas ideas que tengo y que me van aportando. Cuando ya estoy cerca del viaje, el Excel contiene detalles de recorridos, fechas y horas de vuelos, aeropuertos de llegada y salida, estaciones de tren, datos de contacto de gente que veré, datos de hoteles y itinerarios detallados (o sugeridos) para cada día del viaje, incluyendo los “días libres”. Cuando salió el #hiloñoño viajero, aún tenía varias dudas sobre mis destinos, así que bueno, había mucho espacio para definir a dónde ir y cuánto tiempo estar. Quise ser supremamente ambiciosa y al final acotamos un poco la cuestión con la ayuda de múltiples amigos y conocidos. Como el viaje había sido pensado inicialmente para conocer Escocia, buscaría conocer lo que más pudiera. Y a eso se le sumó la oportunidad de ir a Islandia, así que para los días que tenía el viaje se diseñó así. Escocia e Islandia, empleando a Londres como mi centro de operaciones. Esto me permitía ver a algunas amistades y de paso pasear más cómoda. Al final, mis conversaciones con el Señor Mapache sirvieron para acotar y revisar algunas cosas de los destinos y pues así logré terminar mi Excel y organizar el viaje.
Producto de esas conversaciones, me hicieron la propuesta de escribir para el blog, y yo ingenua, pensando que era una simple cortesía, dije que sí, así como quien no quiere la cosa. Y de pronto cuando ya anuncié mi regreso, llegó la solicitud, que dónde están pues las historias del viaje, que para cuando la entrada del blog, así que bueno. Aunque no me considero viajera experta y recorrida, como muchos de los que aquí escriben, me lancé a contar sobre mis experiencias de viaje. Así que sin más ni más, aquí va.
Este viaje que hice, y que narraré por partes, tenía dos componentes principales y por tal motivo, lo bauticé como viaje espiritual y espirituoso. Por un lado porque un viaje para mí siempre es un recreo para el espíritu, y porque es como un sueño ir a los lugares que escogí, y por otro lado este viaje era también peregrinación a la mística tierra del single malt, de la cervecería artesanal punk, de la ginebra y otras bebidas exóticas. De antemano me disculpo porque en mi historia encontrarán de todo pues no tengo método de viaje (más allá del detallado Excel que mencioné arriba). Me gustan las cosas raras y me gustan lo que le gusta a todo el mundo, así que me debato entre diferentes estilos de viajero. A veces soy feliz en los “tourist traps” y si me da la gana hago cuanto tour encuentre. Así mismo, soy de ese estilo de viajero que le gusta lo desconocido y que busca la experiencia “auténtica” de los locales. Todo me da emoción y a todo le saco el jugo, independiente de si toca explorar a solas o en combo.
Escocia
Cuando uno piensa en Escocia, piensa en ciertas cosas como: las gaitas, los kilts, el whisky, los castillos, el monstruo del lago Ness, William Wallace (el de la película Braveheart), el tal Haggis, el acento extraño de las personas, las ovejas, Trainspotting, Mackintosh, Outlander, en fin.
Escocia tiene eso y muchas cosas más. Tuve 7 días para recorrerla y fue un enorme reto, pues a pesar de ser una nación tan pequeña, es bastante diversa. Además, con este corazón de viajero, uno va un poco iluso, creyendo que va a alcanzar a hacer de todo, pero como siempre, la realidad y las restricciones del espacio y del tiempo lo dejan a uno con ganas de pasear y conocer más, y por supuesto, de volver.
Si son amigos del paisaje, de la nostalgia y la tranquilidad de viajar en tren, les recomiendo las cuatro horas y media de tren desde Londres a Edimburgo… son absolutamente maravillosas. Procuren hacerlo de día si pueden. Los paisajes son de otro mundo y empieza uno a entender tantas cosas sobre la literatura de la Gran Bretaña y la importancia de los paisajes, los olores y las sensaciones. Pasar por York y por los moors (que no sé cómo traducir) es algo realmente cautivante, aunque para quienes estamos acostumbrados al paisaje quebrado por montañas de Colombia, se siente un viaje bastante “plano”. Sé que en este recorrido debía estar pensando en tanta buena literatura que con los años he leído sobre esta región del mundo, pero mi mente sólo me recordaba Downton Abbey.
Desde el tren todas las fotos que traté de tomar me quedaron corridas pero en el recorrido uno ve parques naturales, animales, mar, ciudades costeras, de todo. Mientras todo eso sucedía, mi amiga y yo leímos, contemplamos el paisaje y oímos mucha música. Yo hice el deber de escuchar música escocesa (no sólo de gaitas y canciones tradicionales, sino también rock y música indie escocesa, incluyendo a Frightened Rabbit, que es de allá, y a quienes he tenido la oportunidad de ver en vivo). Viajar en tren en el Reino Unido es bastante amigable, uno puede llevar su comida o comprarla en el tren, y para el que le interese, uno puede tomarse unos tragos.
Durante el recorrido aproveché para repasar lo que sabía de Escocia, que tiene 6 ciudades principales (conocí tres de las principales y otras más pequeñas), que la flor nacional es el cardo y que el tejido de las faldas escocesas (los kilt), llamado tartán tiene diferentes diseños que representan a cada uno de los clanes de Escocia. Además, supe que el kilt que conocemos hoy en día ha evolucionado significativamente. Tanto así que lo que vemos en Braveheart no refleja la realidad de la moda de la época de William Wallace, sino que ese estilo se empezó a usar mucho después. También empecé a indagar la razón por la cual las libras esterlinas de Escocia eran diferentes a las de Inglaterra y sucede que Escocia tiene 4 bancos emisores y cada uno imprime las libras con su propio estilo. Esto quiere decir que los billetes de una misma denominación siguen teniendo las mismas características en cuanto a tamaño, texto y color pero tienen imágenes diferentes y pues el logo de cada banco que los emite. Estaba tan gratamente impresionada que mi intención era guardar los billetes de recuerdo, cosa que no hice y ahora lamento profundamente no tener el registro fotográfico. Toca volver.
Cuando uno sale de la estación del tren en Edimburgo se encuentra en medio de una ciudad que parece de cuento. Yo llegué ya de noche y quedé encantada con el panorama, con el castillo iluminado y la ciudad vieja a un costado, el monumento a los escoceses, y la calle principal con sus tiendas al otro costado.

Así nos recibió Edimburgo con el castillo al fondo
Entremos, ahora sí en materia. Quienes han degustado el tradicional desayuno inglés, tienen que probar el tradicional desayuno escocés. Parecen lo mismo, y hay debates al respecto, pero debo decir que más allá del debate y qué va aquí y qué va allá, el desayuno típico escocés es el más grande de todos, en tamaño por lo menos. Con eso queda uno cargado para unas buenas horas de caminata. De hecho con un desayuno de esos podrían comer muy bien dos personas. Tiene huevos, tocineta, chorizos, tomates asados, champiñones, papas, los frijoles de ellos y pan (o scones). Hay unos incluso más engallados que traen haggis de una vez. Definitivamente prueben el haggis, pero tal vez no al desayuno (Nota del Blog de Banderas: “Engallado” en Colombia hace referencia a algo “mejorado”, algo “llevado al siguiente nivel”). La verdad es que el haggis es como una morcilla condimentada de manera diferente. Yo me le medí a probar un haggis gourmet en un restaurante y un haggis pie de supermercado que horneamos en casa de una amiga. Ambos me gustaron. La salsa de whisky le da un buen toque.

Edimburgo entre el centro de la ciudad y la ciudad vieja
Siendo una ciudad tan agradable y tan pequeña, me dio mucho gusto caminar por Edimburgo, recorrer el castillo, ver las joyas de la corona y entender más sobre las historias y batallas detrás de la consolidación del Reino Unido. En el camino, y según la hora del día, hicimos múltiples paradas por café, cerveza, e incluso whisky. Hicimos un tour en bus por toda la ciudad, para verla desde otra perspectiva y dimensionarla mejor. Siempre es bueno ver una ciudad a pie y desde algún medio de transporte.

Los símbolos de Escocia en el Castillo de Edimburgo
Los castillos siempre tienen un encanto particular y el de Edimburgo es bastante especial. Tiene secciones que de datan del 1.100. Es un lugar que esconde muchos secretos y que ha sido destruido, construido y e incluso parcialmente modificado muchísimas veces. Hay mucha historia ahí, el matrimonio de la rosa y del cardo (es decir de Margarita Tudor hija de Enrique VIII de Inglaterra con Jacobo IV de Escocia), así como el lugar de nacimiento del Rey Jacobo I de Inglaterra y VI de Escocia. Los alrededores del castillo son hermosos y caminar el famoso Royal Mile de la ciudad, justo alrededor del castillo, es un viaje en el tiempo. Pero como el propósito de este relato es contarles mi experiencia, voy a empezar ya mismo con los datos cocteleros de una buena vez.
Dato coctelero 1: Sí, es absolutamente cierto que el unicornio es el animal nacional de Escocia. Es muy importante esto. La figura del unicornio recoge muchos elementos políticos, sociales, culturales e incluso religiosos de los escoceses. Y aunque es una figura mítica, además de sus múltiples virtudes y capacidades sanadoras, es el único animal que puede vencer al León. De hecho hay sobre la captura del unicornio unos tapices hermosos en el castillo de Stirling. Y cuando uno ve el escudo del Reino Unido, van a ver, si se fijan muy bien, un unicornio y, claro está, un león. Ahí les dejo.

Monumento al Unicornio en la ciudad de Inverness
Dato coctelero 2: Las tradiciones celtas y el gaélico unen a Escocia e Irlanda, pero a su vez la diferencian. Ni siquiera la palabra celta y la palabra gaélico la pronuncian igual. Los mitos y leyendas tienen variaciones y significados diferentes. La razón por la que lo menciono no es capricho. Entre mis mañas viajeras, me gusta aprender la(s) palabra(s) que utilizan para brindar en cada lugar que visito. En Escocia dicen “slàinte mhath” y aunque en Irlanda es el mismo “slàinte”, tengan la absoluta certeza que no se pronuncian igual, el primero suena algo así como “slancha vah” y el segundo se pronuncia como “slantia”.
Dato coctelero 3 (que debió ser el primero): Escocia es conocida como el Reino de Alba. Alba, es el nombre real de Escocia, en gaélico. Muy apropiado que una nación de cuento de hadas se llame el Reino de Alba.
Dato coctelero 4: No es ninguna novedad, pero a mí me ha generado múltiples debates cocteleros. El whisky y el whiskey. Ambas palabras son correctas, pero ojo, no quieren decir lo mismo. Whisky hace referencia al “uisge beatha”, el aqua vitae gaélico que se produce desde el año 800 antes de cristo (o eso dicen). El whisky escocés, el famoso Scotch, únicamente aplica a lo hecho en Escocia en los emblemáticos barriles de roble y con cebada malteada como ingrediente único. Tienen reglas, como la cerveza alemana. El whiskey es el irlandés, el de EEUU, el canadiense, el japonés, etc. Y no se les ocurra decir lo contrario. Al menos no en Escocia. Hay otras diferencias más elaboradas asociadas a los materiales de producción y a si es “single malt” o blended. Las reglas frente a la producción del whisky en Escocia datan desde antes el descubrimiento de América. No es algo menor. Hay que dedicarle un rato al tema, a entender las grandes diferencias que existen las regiones de Escocia, y cómo esas diferencias tienen un contundente impacto en el sabor y la robustez de la bebida. Y especialmente, hay que dedicarle tiempo tanto a oler como a saborear diferentes tipos de whisky.
Entre más aprendo y más converso con expertos sobre la manera en la cual se puede reconocer un buen vino, una buena cerveza, un buen whisky, una buena ginebra, entiendo que más allá de la técnica y procesos de producción, es entender los sabores y aromas que le gustan a uno. Y entre más sepa uno sobre sus propios gustos, mejor se vuelve degustando. Dejando eso claro, en lo personal, debo decir que a mí me gustaron especialmente los whisky de 3 regiones de Escocia, dos de las cuales tuve la fortuna de explorar.

Una pequeña selección de la colección de Whisky más grande del mundo
A Edimburgo la caminamos toda, pasamos de tienda en tienda y por supuesto hicimos un clásico pub crawl, como es deber. Así mismo, y porque muchas de mis amigas y yo somos adictas al café, hicimos también coffee crawl. Mi adicción al café me lleva a analizar la calidad del mismo en cada lugar del mundo, y bueno, el café estuvo bien en Escocia pero tendía siempre a ser bastante suave y por eso tocaba hacer muchas paradas por café.

Una calle cualquiera de Edimburgo desde un café cualquiera
En la ciudad vieja, además de los gaiteros cada par de cuadras, está el parlamento, también está el que alguna vez fue el hogar de J.K. Rowling. Hay sorpresillas en cada una de las calles. Una verdadera sorpresa fue un restaurante al pie del castillo que mantiene sus interiores barrocos y paneles de madera de no sé hace cuántos años, donde la energía eléctrica es prácticamente inexistente y prima la luz de vela que se llama The Witchery. Y sí, es un lugar que embruja, se transporta uno a una obra de Shakespeare. También, me pareció coquetísimo un mercadito que hay llamado Grassmarket, lleno de color, que contrasta muy bien con la ciudad vieja. Y por su estratégica ubicación, es un lugar “de moda” para pasar un rato.

Un gaitero en las calles de Edimburgo

Los colores de la primavera en el Grassmarket
En Edimburgo pasamos apenas 2 días con una amiga que vive en Londres, y como era el fin de semana de pascua, por supuesto estaba lleno de gente. Aún así, los locales eran de lo más amable que he visto en el mundo. Más adelante descubrí que eso es algo de los escoceses, su amabilidad es excepcional. El domingo de pascua, mi amiga regresó a Londres y yo tomé un tren a Glasgow.
Si Edimburgo es bella, Glasgow no se queda atrás. Para empezar, en el centro de la ciudad me sentía en pleno rodaje de la película Mary Poppins (la que conocimos de niños, con Julie Andrews). Sé por supuesto que la película se filmó en California, pero por alguna razón, en el centro de Glasgow yo me sentía en Mary Poppins, en las escenas en que los niños andan rondando por la ciudad después de salir corriendo del banco. Una sensación fantástica. Una arquitectura que te lleva a otras épocas, a la revolución industrial.

El centro de Glasgow desde arriba
Quedé absolutamente encantada con la ciudad, con su pequeñísimo metro ovalado en el que le puedes dar vuelta completa a la ciudad en alrededor de 20 minutos, con sus edificaciones, sus museos, sus escenas de Hogwarts (eso sí, algo de Harry Potter se filmó en la Universidad de Glasgow), con sus historias de tiempos pasados, con su influencia sobre el mundo como gran puerto. Y su gente, nuevamente, me impresionó su gente.
Narrar mis días de Glasgow en orden cronológico no me parece divertido, porque en mi mente viví una temporada allá, y si cuento en detalle cada uno de los días, recuperaría en mi memoria la noción del tiempo.
Sin querer queriendo, mi visita se convirtió en toda una peregrinación hacia los lugares más importantes de la arquitectura moderna, y todo gracias a un señor llamado Mackintosh. Charles Rennie Mackintosh, el arquitecto escocés que fue uno de los padres del modernismo y posiblemente uno de los precursores del art déco. Como estos temas no son mi fuerte, no voy a entrar en mucho detalle, simplemente les contaré al iniciar el 1900, Mackintosh y su señora esposa, eran toda una institución.

The Lighthouse – Centro de diseño y arquitectura en Glasgow
Dato coctelero 5: Cuenta la leyenda que una de las influencias del señor Steve Jobs y del equipo de Apple fue Mackintosh. Sí, no fue solamente el famoso profesor de caligrafía de la universidad quien inspiró a Jobs. O al menos eso dicen. Si usted decide hacer uso de este dato coctelero, debe saber que dicen por ahí que los computadores Mac (Macintosh) tienen su nombre no por el famoso arquitecto sino por una variedad de manzanas, las manzanas McIntosh. En mi humilde opinión, tener esta información sirve, especialmente si uno tiene la intención de usar el dato coctelero en Silicon Valley. Yo mejor me quedo con la versión del arquitecto, porque la verdad sus diseños y sus obras son una cosa espectacular. Como estoy segura que al igual que yo, muchos deben pensar que ni idea ese señor quién es, búsquenlo. Se van a dar cuenta que así el nombre no les haya sonado, definitivamente sí conocen algo de su trabajo.
Viví parte de la Glasgow de Mackintosh. Incluso, fuimos a una de las casas de té diseñadas y decoradas por él. Allá nos tomamos un decadente chocolate caliente con scones. Y sí, fue un exceso, pero valió la pena.

La hora del té en The Willow Tearoom (diseñado por Mackintosh)
Como en tantas ciudades de Europa, casi todos los museos en Escocia son gratis. Siendo Glasgow fácil de recorrer, uno tiene la oportunidad de visitar muchos museos. Y aquí el Dato coctelero 6: En Glasgow hay un Dalí, en el museo Kelvingrove. Y no es cualquier Dalí. Es el Cristo de San Juan de la Cruz. Es una obra famosa por la perspectiva empleada por el artista. Ahora bien, ese museo es el hogar de muchas otras maravillas del arte, empezando por la fachada del lugar. Allá también es posible encontrar obras de Botticelli, Rembrandt, Van Gogh, Gauguin, Cézanne, un sarcófago egipcio y un elefante disecado llamado Sir Ralph. Por cierto, lo vi, pero no lo saludé con la pompa y circunstancia con la que se debe saludar a un Sir.

Detalle del Museo Kelvingrove y la Universidad de Glasgow al fondo
Dato coctelero 7: La aclamada arquitecta iraquí Zaha Hadid construyó el Riverside Museum, el museo de transporte de la ciudad de Glasgow sobre el río Clyde. Es un museo importante porque rinde tributo a rol de Glasgow en la industria del transporte, principalmente en la construcción de barcos y locomotoras. De hecho, hubo un período en la historia en la que todos los ingenieros dedicados a la construcción de barcos venían de Glasgow, ya fuese porque eran originarios de la ciudad o porque o habían recibido ahí su formación y/o entrenamiento. Vale la pena mencionar además, que el museo ha recibido reconocimiento internacional y fue premiada hace poco como el mejor museo de Europa.
Dato coctelero 9: Escocia es el lugar de origen de la cervecería Brew Dog. Los amantes de la cerveza artesanal reconocerán la Punk IPA como una de las cervezas más emblemáticas de esta empresa, que todavía no ha sucumbido ante las grandes industrias. Si usted quiere pasar como real conocedor, sepa que en Brew Dog hay una cortísima licencia de “maternidad” o “paternidad” (según sea el caso), para todo empleado que compre mascota. Así mismo, las mascotas son bienvenidas en el lugar. Cada sucursal se especializa en comida diferente, pero la comida, como la cerveza siempre es excepcional. Y créanlo, una amiga mía que es maestra cervecera los asesoró en el diseño y montaje de su planta de producción.
Durante mi tiempo en Glasgow, estuve con una amiga que está radicada allá, haciendo su maestría. Ella me acompañó en la mayoría de mis recorridos y llevaba cuentas de lo que caminábamos cada día. Un día completamos 17 kms y ni los sentimos, increíble. Y por esas cosas de la vida, gracias a las redes sociales, una amiga del colegio, con la que no hablaba hacía varios años, resultó también viviendo en Glasgow y pude verme con ella. Lo interesante de verme con mis amigas es que tuve la oportunidad de conocer la ciudad como la vive cada una de ellas. Y me di cuenta que su visión y su percepción de los espacios de la ciudad son completamente diferentes. Fue como conocer dos facetas diferentes de una misma ciudad. Punto a favor para Glasgow.

Catedral y Necrópolis de Glasgow
Dato coctelero 9: Escocia es el país con mayor número de pelirrojos per cápita. Es un hecho científicamente comprobado. Por ahí el 1-2% de la población mundial es pelirroja. Dentro de ese conjunto, alrededor de 2-5% de la población europea es pelirroja. Y en ese subconjunto, en Irlanda y Escocia más del 5% de la población es pelirroja. Dicen que Escocia le gana a Irlanda, por un pelito.
Dato coctelero 10: La ginebra escocesa es la mejor. Resulta que así como está de moda la cerveza artesanal, la ginebra (más bien la ginebra artesanal), también se ha ido posicionando rápidamente en la población mundial. Y no es una cosa de millenials o de hípsters, en este culto hay de todo. Y para todos los gustos. Mi amiga me llevó a degustar diferentes ginebras escocesas en un bar de ginebra llamado BeGIN en donde los meseros te dan clase y te dejan probar diferentes aromas para ayudarte a elaborar un gin tonic o un coctel con ginebra absolutamente personalizado. Más que la atención al cliente, todo está en la amabilidad escocesa, si me lo preguntan a mí.
Además de Glasgow, tuve la oportunidad de atravesar buena parte de Escocia en tren, y fui a Stirling, a Inverness y hasta la Isla de Skye. Los trayectos en tren en Escocia son preciosos, llenos de ovejas, faisanes, vacas Highland (sí, las peludas), venados rojos y caballos con cobijitas. A los caballos les ponen cobija para que no les de frío. Ésta es una nación considerada con todos. Aunque estábamos en primavera, era todavía un poco frío. Otro detalle coqueto de este lugar, tienen señales de tránsito para alertar sobre presencia de las vacas, de las ovejas, de los venados, es hermoso.

Ovejas en la vía – siento la foto borrosa
Me impresionaron los cultivos, todos en buen estado, maquinaria agrícola de todo tipo, ríos, casas, torres de molinos de energía eólica… Me cuesta ver cómo hay lugares del mundo en los que se les saca provecho a todo, mientras que existen otros que, teniéndolo todo, no aprovechan ni cuidan lo que tienen. Al ser primavera, época de siembra, hay mucho movimiento, en áreas menores a una hectárea, se ven hasta 4 tractores arando a las 6 pm, dejando listo el suelo para las actividades de la mañana siguiente. Eso no es algo común en nuestras tierras tropicales.
Fuimos a Stirling el día después de pascua, el 17 de abril. Me explicaba una amiga (que se devoró completo el libro de Lonely Planet sobre Escocia), que habíamos escogido un día fantástico para ir al Castillo de Stirling y al Monumento de William Wallace. Entre otras, porque ese día se celebraban los 271 años la batalla de Culloden. Esta batalla fue entre los jacobitas (así se referían a a los escoceses, principalmente a los de las Highlands) y la Casa de Hanóver: Se dio durante uno de los tantos levantamientos jacobitas de la época. Marcó a la nación pues después de esta derrota de los escoceses, se instauraron todo tipo de prohibiciones, aboliendo las gaitas, los clanes y prohibiendo el uso del kilt. De ahí empezó la lucha para acabar el gaélico escocés y posiblemente es la batalla que más permanece en la memoria colectiva, acentuando el fastidio que tienen los escoceses hacia los ingleses. Bueno, esa batalla de siglos atrás, el Brexit y el bloqueo a la primera ministra de Escocia en su nuevo intento de separar a Escocia del Reino Unido.
Quisiera hablar mucho del castillo de Stirling porque es alucinante y porque mi amiga me llevó con especial esmero a todos los rincones del lugar. No sólo porque es fascinante sino porque ella ya lo había visitado y quedó privada. Este es el lugar de los tapices de la caza del unicornio. Y sería muy injusto de mi parte narrarlo cuando Marce hizo ya un lindo recuento del lugar en su blog Jetlag e Historias titulado “El Castillo de Stirling“

Llegando al Castillo de Stirling
Luego de una jornada extenuante en el castillo, una caminata por la ciudad y un corto recorrido en bus, resultamos atravesando el territorio de William Wallace para llegar hasta el monumento, que le hace honor a las batallas que marcaron la historia escocesa hacia finales de los 1200. Es difícil no imaginarse escenas de Braveheart en esta región, uno casi que lo puede recrear en la mente viendo el castillo, viendo el río, y recordando a Mel Gibson con su famoso “they may take our lives, but they will never take our freedom!” dándole ánimo a los escoceses. Por cierto, dato coctelero 11: esta cita de la película que se supone es de William Wallace no es real. No hay recuento histórico que haga referencia a una cita similar. Pero es bonita y refleja el espíritu de la batalla del puente de Stirling (puente que tampoco aparece en la película). El monumento tiene una vista hermosa al castillo, al río, al puente. Uno puede ver las armas y las armaduras de la época. Está exhibida la espada de Braveheart y es más grande que yo (mido aproximadamente 1.65 cm). Cuando uno ve la descripción de la batalla y ve las diferencias en cifras de los soldados ingleses y los escoceses entiende que fue una verdadera proeza la de esos escoceses.

Monumento a William Wallace
Luego de Stirling, inició en serio la ruta hacia las Highlands, todo un espectáculo que no tiene nombre. Cada vez más ovejas salpicando el paisaje que va tomando una coloración intensa verde y amarilla.. Rumbo a las Highlands son menos las ovejas normales y más ésas que tienen el hocico y las patas negras retintas. Pululan las ovejas bebés, porque claro, es primavera. El tren las asusta y se ven intentando correr ante el sonido, así estén realmente lejos. El reino de Alba es imponente con sus casas, sus castillos, sus lagos, ríos y puentes de piedra. Los cementerios se ven desde el tren, con sus antiquísimas lápidas de varios cientos de años.

El Puente de Stirling (que no salió en Braveheart)
Hace sol, llovizna, vuelve y se tranquiliza, todos los posibles climas en un par de horas. Dato coctelero 12: En Escocia tienen un dicho que en español sería algo así: ¿No te gusta el clima? Espera 5 minutos que seguro va a cambiar. Aunque dicen que en realidad esto viene de un texto de Mark Twain, no he encontrado la fuente oficial. En cualquier caso, los escoceses tienen un dicho en gaélico, que tiene un tono burletero, que dice que hay que tener a la mano las chaquetas hasta el mes de mayo, por aquello de la variabilidad climática. Ha sido así en Escocia desde siempre.
A medida que uno avanza hacia el norte, se evidencia una característica especial de la luz. Es muy diferente a la luz natural en otros lugares del mundo, quizás por el ángulo hace que todo se vea más bonito, realza los colores y la imponencia de las cosas. Genera un efecto dramático. Si a eso le agregamos la pérdida de la noción del tiempo en primavera y verano, por las horas luz en el día, entonces se dan las condiciones para que se sienta uno como fuera de este mundo. Mientras pensaba eso y miraba por la ventana del tren el paisaje de las Highlands, empecé a escuchar la conversación de un grupo de señores, ya mayores ellos, diciendo que podían ver cómo se acercaban las nubes de nieve. Así que duré alrededor de veinte minutos oyendo cómo explicaban que el color y la forma de la nube determinaban si era de lluvia o de nieve. Y aunque tomé atenta nota a las diferencias, solo noté diferencias en la coloración y la forma de las nubes. Y pude ver las de lluvia, y claro está, las de nieve. Efectivamente esa noche y a la madrugada siguiente, nevó. La dicha. Yo de niña viví en Michigan, rodeada de nieve, pero nunca antes había tenido el gusto de escuchar una conversación sobre las diferencias entre la nube de nieve y la nube de lluvia. Todos los días se aprende una cosita nueva.

Inverness al amanecer
Inverness es la capital de las Highlands. Con su monumento al unicornio, con su castillo, con su enorme río, es primorosa. Eso sí, como en el resto de la nación, todo cierra temprano, excepto los pubs y los restaurantes. La ventaja, era que había música escocesa en vivo en todos lados, incluso en el restaurante del hotel. Así que esa parte fue bastante entretenida. Sí pude observar que hay grandes diferencias en el acento de los escoceses a medida que uno cambia de región, y en Inverness ya era muy difícil de entenderles, porque además usan mucho el gaélico. Sin embargo, no es impedimento, uno está tan encantado con el lugar y ellos tan amables, que no pasa nada.

Las calles de Inverness al atardecer
Inverness fue linda y me hubiera encantado sacarle más tiempo, solo que prioricé la isla de Skye. Visitar la isla de Skye puede ser difícil en cuanto a la logística si uno viaja solo. No es imposible. Es a un par de horas de Inverness en carro. Se puede llegar hasta en ferry. La población de la isla está compuesta por un par de clanes escoceses que han pasado su vida peleando por lo suyo. Incluso ahora, duraron años peleando por lograr un puente que conectara a Skye con el resto de Escocia y cuando finalmente lo lograron, duraron otros años más luchando por la gratuidad del paso porque les habían clavado un peaje. Finalmente lo lograron. En todo caso, con el fin de conocer la Isla y entender cómo era la vida allá, y dadas las restricciones de tiempo que tenía, opté por tomar un tour de 12 horas que salía desde Inverness, le daba toda la vuelta a Skye, parando en varios lugares importantes, y de regreso nos llevaba al castillo de Eilean Donan y al Lago Ness. Fue lo mejor que pude hacer. Skye es absolutamente precioso.
Madrugamos para ir al tour. Creo que no éramos ni 30 personas. Mi compañera de puesto en el bus era una señora texana, ya mayor ella, pensionada y viuda. Tiene varios hijos y nietos pero decidió que lo mejor que podía hacer en su vida era vender todos sus bienes y propiedades y dedicarse a viajar. Llevaba ya dos meses viviendo en Escocia para el momento de nuestro encuentro paseando por diferentes lugares, tomándose con calma cada aventura. Estuvo en las Islas Orcadas (allá tendré que ir). Y cada vez que Dorothy, así se llama la señora, extraña su tierra, regresa a Texas y se queda donde algún hermano o donde sus hijos. Y al cabo de unos meses, vuelve y arranca. Así ha recorrido buena parte del mundo, y va documentando todo lo que ve y conoce. Es impresionante. Ha estado en todos lados. Es un amor de señora, y es chistosísima. Si me lo preguntan a mí, hacer algo como lo que hizo ella suena muy bien como proyecto de vida para el futuro. Nos hicimos amigas casi de inmediato, hablamos de viajes, de aventuras y nos parchamos con los guías. Así que le sacamos el jugo al paseo. Además de tener la oportunidad de pasearme por toda la “Misty Isle of Skye”, hice una nueva amiga, quien por cierto, mientras escribo, sigue de paseo.
Luego de un par de horas de viaje, y de muchos cambios en el paisaje, arribamos a Skye, tierra de hadas, de guerreras gaélicas, de famosos clanes de las Highland, y del whisky Talisker. Háganse un favor y pruébenlo, vale la pena.
Skye es la isla es la más grande y más septentrional de las Hébridas Interiores y la segunda isla más grande de Escocia. Por si se fijan en un mapa, Skye está rodeada de otras islitas.

El puente – La entrada a la Isla de Skye
Hay poquísimos árboles, y los que hay son especies introducidas. La isla depende básicamente de la agricultura, la cría de ovejas, las destilerías y por supuesto, del turismo. Es además cuna del clan MacQueen. Dato coctelero 13: El diseñador Alexander McQueen está enterrado en la Isla de Skye. Si bien él nació en Londres, sus ancestros son escoceses. Aseguraba McQueen que su clan fue fundamental en el escape de “Bonnie Prince Charlie” (el joven pretendiente) luego de la batalla de Culloden a la isla de Skye. Sobre esa historia, por cierto, hay una canción tradicional escocesa (The Skye Boat Song), que además hace parte de la banda sonora de la serie Outlander (que aún no he empezado a ver).
Si uno quiere ver una isla tropical y está pensando en asolearse en cálidas playas, hágase un favor y ni se le ocurra ir allá. Esta isla es para ver un mar picado por el viento, enamorarse de acantilados, de ruinas de castillos, montañas volcánicas, formaciones rocosas, huellas de dinosaurios, colinas, penínsulas y cascadas. Es para oír historias sobre tiempos pasados, donde las leyendas gaélicas se cruzan con las vikingas. Yo me imagino que si uno quiere tomarse un tiempo para escribir un libro y tener una vista formidable todos los días mientras se toma el café, éste es el lugar ideal. No se preocupen que todo lo pueden enviar a la puerta de su casa, el correo, el mercado, incluso la biblioteca móvil. En nuestra vuelta a la isla, pasamos por los asentamientos más importantes y vimos con nuestros propios ojos el servicio a domicilio de la isla.

Ruinas de Kyleakin en la Isla de Skye
Nuestra primera parada fue en Kyleakin, la pequeña población pesquera por donde uno llegaba a Skye en el ferry y también por donde uno pasa luego de cruzar el puente. Empieza el avistamiento de ruinas. Siguiendo la carretera principal, que aunque angosta es bastante buena, tomamos la ruta hacia el este para poder ver de cerca las montañas más importantes de la isla, las Cullin (unas montañas rojas y negras), en Sligachan, a pocos kilómetros de la destilería Talisker. Por ahí uno se puede dar unas caminatas con una vista impresionante y para los más aventureros, hay zonas para acampar. Yo personalmente, con esos vientos y esa variabilidad climática, lo pensaría dos veces. Yo apenas caminé por ahí y tomé agua directamente de un río. Agua cristalina y helada. Delicioso.

Montañas Cullin en Sligachan
Desde ahí nos fuimos hacia el norte de la isla a ver otro paisaje más volcánico y la formación rocosa llamada The Old Man of Storr que quedan en unos peñascos llamados Trotternish Ridge. Y desde ahí continuamos hacia Kilt Rock, un precioso acantilado con una maravillosa cascada. Nos tocó lluvia, nos tocó viento, nos tocó sol. Lastimosamente el arcoíris salió apenas cogimos camino a ver otro lugar de la isla, así que no hubo registro.

La cascada en Kilt Rock
Dato coctelero 14: Hay muchas películas que han sido filmadas en Skye, entre otras por sus paisajes un poco, digamos, extraterrestres. Prometheus fue filmado ahí, en la región de Quiraing, por ejemplo.

Quiraing
A medida que uno va rumbo al norte de Skye, empieza a ver más ovejas. Y empieza a ver a la gente cortando la turba del suelo. La turbas son un material orgánico negruzco fundamental para ciertos platos tradicionales y para la elaboración de un buen whisky. A medida que íbamos por la carretera, cuando las nubes se disipaban, podíamos las hébridas exteriores (unas islitas) y las costas. A Skye le dicen “misty island” por las nubes y la bruma que se genera. Y es caprichosa, porque a veces está absolutamente azul y despejado el cielo, y otras veces está completamente toldado. Es lo que hace encantadora y en cualquier instante se aparecían ruinas de castillos o asentamientos.

Castillo Duntulum
Aquí hay una placa conmemorativa a unos gaiteros que dice “Thig crioch air an saoghal, ach mairidh gaol is ceòl” que traduce algo así como que el mundo terminará pero el amor y la música perdurarán.
Pasando por las ruinas nos fuimos acercando a diferentes lugares emblemáticos para la historia de los jacobitas y de la isla. Y también pasamos por otro puerto, la ciudad de Uig que es además hogar de la cervecería de Skye. Es un lindo lugar para tomarse un café o una cerveza (o ambas cosas) y para tomar fotos. De ahí nos fuimos a la tierra de las hadas y sus colinas, Faerie Glen, de donde vienen múltiples historias escocesas sobre cómo las hadas engañan a las personas y juegan con ellas.

Faerie Glen, el hogar de las hadas
Y por último arribamos a Portree, la ciudad más grande de Skye, es el centro cultural y el lugar de pesca de la isla. Está en la costa oeste, lleno de casitas de colores. Hay de todo en esta ciudad y dar un paseo por sus calles es bonito. Mi sensación es que si uno quiere pasar unos días en Skye es preferible no hacerlo solo. Y lo mejor que uno podría hacer es llegar a Portree, aprovisionarse, pasar el día allá, para luego coger camino hacia el norte. No solo es más tranquilo, sino que los paisajes me parecieron los más cautivadores. Y esa fue mi visita a Skye, llena de fantásticas historias de clanes, hadas y datos curiosos.

Puerto de Portree
De regreso a Inverness, pasamos por el castillo de Eilean Donan que dicen es el más retratado en toda Escocia. Queda en medio de tres lagos de mar (sea lochs los llaman ellos puesto que conectan con el mar). Curioso dato coctelero 15: No es un verdadero castillo. Es en realidad un castillo moderno. Por la época del levantamiento jacobita y la batalla de Culloden, había un batallón español (que apoyaba a los jacobitas), acuartelado en el castillo. Y cuando los ingleses mandaron su flota marítima, el castillo fue completamente destruido. Hacia 1911, un coronel compró la isla y se dio a la tarea de recrear el castillo y volverlo a hacer, tratando de aproximarse a lo que alguna vez fue, porque no existían imágenes del castillo. Por este motivo es que los materiales y la apariencia del castillo, de cerca, son distintos a los demás: También está el detalle que no es similar a ningún otro castillo, y es la presencia del puente. El castillo, tal y como está ahora, se terminó de construir en los años treinta.

Castillo de Eilean Donan, un castillo de los años 30
Y por último, como cierre del recorrido, llegamos al lago Ness, a ver y a conocer de primera mano todo lo que tiene que ver con Nessie. Aprendimos de historia, de fotografía, de religión incluso y de cómo es que ha perdurado la leyenda. Dicen que las historias vienen desde el siglo sexto, asociadas a los milagros de San Columba quien supuestamente salvó a un hombre siendo atacado por un horripilante monstruo de las aguas. En tiempos modernos, la historia reaparece en los años treinta. Como sabemos, se supone que Nessie ha sido fotografiada cientos de veces. Lastimosamente, aunque creo que el hecho que el lago conecte con el mar permita que todo tipo de criaturas pasen por sus aguas, dudo que Nessie exista, al menos no en la versión que me enseñaron en la infancia. Asociado al lago Ness tengo el dato coctelero 16 y es estupendo. Si uno fuese a drenar el lago Ness y a hacer whisky con esa agua, habría una botella de whisky para cada ser humano vivo sobre la faz del planeta. Imagínense la cantidad de agua que puede haber ahí. Para mí éste fue el mejor dato coctelero de todos, y por supuesto tenía que compartirlo.

Castillo de Urquhart y el Lago Ness
Finalmente llegamos a Inverness sobre las 9 pm, apenas empezaba a oscurecerse. La hora indicada para tomarse un “wee dram” (osea un traguito) o un té, o café y a descansar, pues al día siguiente regresaba a Glasgow. Las Highlands me dejaron una nueva amiga viajera, unos paisajes de los que me enamoré y unas lindas historias. Es un lugar al que hay que volver. Ahora entiendo por qué tanto inglés y tanto escocés peregrinan allá anualmente. Es absolutamente precioso.
Dato coctelero 17: No se dejen engañar. Un verdadero escocés, jamás utiliza algo debajo de su kilt. El kilt todo lo puede y con sólo él basta. No importa si es invierno o verano.
Alba gu bra (Escocia por siempre).
Y hasta aquí llegamos por hoy con More a quien tengo que agradecer por haberse tomado el tiempo de escribir este texto para el blog.
Dos cosas antes de irme: 1. Ya vienen en camino entradas sobre Islandia, Paraguay y Bolivia… Claro, y si algún día Javier deja el alcohol, la de Colombia que nos tiene prometida. Si ustedes quieren colaborar con entradas sobre los lugares donde ustedes viven o sitios que hayan visitado, envíenmelas a mapache@blogdebanderas.com. Y 2. No se les olvide pasarse por las redes sociales del blog. Puede que por aquí no aparezca mucho pero en Tuíter e Instagram sí estoy más activo por estos días: Twitter / Instagram / Facebook / Youtube.
Nos vemos en una próxima oportunidad (que espero que sea más temprano que tarde). ¡Adios pues!
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