No sé si se enteraron pero Islom Karimov, presidente de Uzbekistán desde antes de la independencia, murió hace un par de semanas. Fue sin duda uno de los líderes más controversiales del Asia Central post-soviética y un jugador clave de la geopolítica mundial durante décadas. Entonces, para conocerlo un poco más, hoy vamos con una entrada que nos envía Heyber Molano (@meminpod en tuíter) desde Colombia y que pretende darle una mirada a la vida y obra de este buen señor… En realidad no sé qué tan bueno haya sido, pero lo que sí sé es que su personalidad y sus acciones en el gobierno clasifican dentro de esas disfuncionalidades históricas que tanto nos gustan en el Blog de Banderas.
Agradezco a Heyber por su colaboración y, sin más preámbulos, los dejo con su relato titulado:
Islom Karimov y la concentración del poder en Uzbekistán
Uzbekistán, un país ubicado en el centro de Asia y sin salida al mar. El Mar de Aral, su única “costa”, se secó hace siete años luego de que sus aguas fueran utilizadas por décadas para irrigar las plantaciones de algodón de la Unión Soviética. En el imaginario colectivo, el país hace parte de ese lugar borroso en Asia Central donde están ubicados los llamados “tanes” (Afganistán, Kazajistán, Pakistán, Turkmenistán, Kirguistán, etc). En realidad, Uzbekistán es un país con un gran valor estratégico, no sólo por estar ubicado sobre la famosa ruta de la seda, sino también por sus grandes yacimientos de oro y su producción de algodón, además de los siempre codiciados gas y petróleo. Además, al tener frontera con Afganistán, Uzbekistán fue utilizada por Estados Unidos y sus aliados como base de operaciones para la intervención militar en el país. Los uzbekos son, étnicamente hablando, persas; y son musulmanes suníes en su inmensa mayoría. Odian a los tayikos tanto como Borat a los uzbekos.

Jugando con los estereotipos… Borat y su percepción de los uzbekos (Fuente)
En este país, tierra del gran conquistador turco-mongol Tamerlán, nació, creció y se hizo presidente el protagonista de esta entrada: Islom Karimov (Islom en uzbeko o Ислам Каримов en ruso). Y a propósito de Tamerlán, don Islom hizo derribar todas las estatuas de la era soviética para reemplazarlas por estatuas de Tamerlán, ídolo a la mano de Karimov, al cual no tendría mucho que envidiarle salvo las conquistas y que sabía montar a caballo.

Islom Karimov (Fuente)
Nuestro héroe (?) comenzó siendo presidente del Soviet Supremo de la República Socialista Soviética de Uzbekistán en 1990 y continuó como jefe de Estado de la República de Uzbekistán desde la independencia el 1 de septiembre de 1991 hasta su muerte el pasado 8 de septiembre de 2016. En total, 26 años en el poder.
Karimov nació en Samarkanda, famosa por ser uno de los centros más importantes de la ruta de la seda, en 1938. Sus padres lo dejaron en un orfanato a los 3 años, pero su madre (la de él) volvió por él poco después de estallar la Segunda Guerra Mundial. Aparentemente era un muchacho difícil de controlar y sus padres lo devolvieron al orfanato una vez finalizó la guerra. Allí estuvo hasta que llegó a la adultez. Hay poca información no confirmada sobre la juventud de Karimov. Unos decían que fue un cerebrito, una pepa, y otros dijeron que fue un ladrón de poca monta. Como no sabemos cuál es la verdad, nos quedamos con la opción más atractiva para nuestra historia: la segunda.

Samarkanda, Uzbekistán (Fuente)
En 1960 se graduó de ingeniero mecánico y en 1967 hizo una maestría en economía, ambas en Tashkent, la capital. Se casó por primera vez en 1964 con Natalya Petrovna y tuvo un hijo, Petr. Se separó de ambos porque del hijo no se volvió a saber nada. Dicen que lo dejaron en Moscú y que saludos. En 1966 empezó a trabajar en el Comité de Planeación Estatal de Uzbekistán y un año más tarde contrajo nupcias por segunda ocasión con Tatyana Akbarovna, hoy viuda de Karimov. Con ella tuvo dos hijas, de las cuáles hablaremos en un rato. Desde su segundo matrimonio hasta 1990 trabajó como apparatchik (аппаратчик) del gobierno soviético. ¿Apara qué? apparatchik, que quiere decir burócrata, un empleado público, un esclavo.
Cuando el imperio soviético se hacía aguas en 1990, Karimov fue elegido como presidente de la República Socialista Soviética de Uzbekistan. Fue la primera y única contienda electoral en la que tuvo que competir de verdad porque, ya siendo presidente de Uzbekistán, en las elecciones posteriores en las que participó no tenía más contendores aparte de Islom Karimov e Islom Karimov. En 1991 proclamó la independencia de Uzbekistán diez días después de haber apoyado un golpe de Estado que buscaba mantener a la URSS conectada al respirador artificial por unos años; de hecho, mencionó: “si seguimos siendo parte de la URSS, nuestros ríos fluirán con leche. Si no es así, nuestros ríos fluirán con la sangre de nuestro pueblo”. Al analizar que la URSS ya no daba para más, Karimov tomó su país y abandonó el moribundo Estado de los soviets que a su vez dejaría de existir a finales del año.

Karimov en 1991. El segundo de derecha a izquierda se me hace conocido (Fuente)
Nueva casa, nueva etapa, nuevo yo. Karimov comenzó a construir una identidad nacional que no existía con base en la etnia uzbeka y al anti-islamismo radical. En los noventas fortaleció el ejército, la policía secreta y su discurso a tal punto que en 1999 declaró: “Estoy listo para arrancar las cabezas de 200 personas para sacrificar sus vidas por la paz y tranquilidad de nuestro país”; paz sin impunidad, dirían algunos. Tan opuesto al islamismo radical fue que invitó a un tal George W Bush para que trajese unos amigos y se quedaran vigilando la frontera con Afganistán tras los atentados del 2001 en Nueva York. Desde la Base Militar Karshi-Khanabad (conocida como K2), estos amigos ayudaron en la invasión a Afganistán y se quedaron hasta 2005, año en el que fueron expulsados por las criticas que hizo Estados Unidos luego de una masacre cometida por el gobierno de Uzbekistán.

Partners in crime (Fuente)
¿Pero cuál masacre?, se preguntaran ustedes. La masacre de Andiján que se produjo en 2005 cuando un grupo de opositores a Karimov, que a su vez eran hombres de negocios, fueron liberados por una turba acusada de ser animada por extremistas islámicos. La turba en cuestión convocó más gente que se reunió en la plaza principal de Andiján hasta que Karimov, después de una serie de negociaciones, decidió limpiar la plaza, Tiananmen style. Exiliados y muertos por doquier, se estimó que de los últimos hubo alrededor de 1500. Hay versiones que dicen que la masacre fue una lucha de clanes entre las barras bravas de Samarkanda y de Tashkent por el poder del país, y otras que mencionan una revolución de color promocionadas por USA & friends co. como las que hubo en Ucrania, Georgia o Kirguistán. Hay también versiones que indican que los manifestantes tenían ametralladoras AK-47 provistas por quién sabe quién. Lo cierto es que, como había mencionado anteriormente, cumplió con llenar de sangre los ríos de Uzbekistán porque la leche de la URSS ya no estaba disponible.
Al darse cuenta que las criticas por la masacre venían de occidente, Karimov decidió reforzar los lazos con Rusia y China que no dijeron ni mú por la masacre. Con Rusia los nexos siempre han existido, lo que pasaba es que Karimov quería conocer the other side para saber qué podía obtener. Por que eso sí, Karimov vacilaba de un lado a otro obteniendo beneficios sin inclinarse mucho, al menos en un comienzo. Después de 2005 se inclinó hacia Rusia y siguió inclinado hasta hace 2 semanas.
A Karimov no le gustaba la música metálica y por eso, en un gesto de buen gusto, decidió que el rap quedaba prohibido en el país (imagínense un rap en uzbeko). Lo mismo hizo con el metal (imagínense el metal en uzbeko) argumentando que era “música satánica” creada por las fuerzas del mal para generar una “degradación moral”, nada que ver con la música de la hija, de quien hablaremos en un par de párrafos. Prohibió a Santa Claus y a su versión rusa, conocida como Ded Moroz, porque no reflejaban los valores uzbekos. A propósito de los valores uzbekos, existe una organización llamada Uzbeknavo que se encarga de controlar cualquier expresión mediática que no se exprese acorde a los valores uzbekos. Grupos como Mango y Ummon fueron prohibidos en Uzbekistán, para desgracia de sus fans y para alivio de todos los demás, porque sus canciones “no están acordes con nuestras tradiciones culturales, nuestra herencia y nuestra mentalidad”, declaraciones hechas por los fulanos de Uzbeknavo.
A diferencia de otros colegas que hacen estatuas de oro, escriben libros sobre lo que habían soñado la noche anterior y cambian el nombre de algún elemento del calendario, Karimov no era amigo de la cepillada en su honor. Era más bien un dictador enchapado a la antigua, de esos que se conformaban con sesiones de interrogatorios con mucha intensidad eléctrica, manicure de la edad media usando agujas, pruebas extremas al sistema respiratorio con bolsas plásticas que comienzan a estar en desuso en muchos países, programas de adelgazamiento al extremo y el famoso juego de los quemados con cigarrillos. Uno de los voluntarios (?) para estas pruebas fue el señor Vahit Güneş, que en uno de los testimonios menciona: “las paredes de esos cuartos son aislados; también son a prueba de sonido. No hay iluminación. Ellos ubican a las víctimas adentro y dos enmascarados hacen lo que ellos quieran con las víctimas… hay un cuarto de torturas en cada piso”.
Uzbekistán nació siendo una autocracia, y lo siguió siendo con Karimov en vida. Presos políticos, censura en la presa interna y externa (está prohibida cualquier transmisión en vivo), estilo de política y de burocracia post-soviética. Las redes sociales se pueden usar y son populares, en especial una versión rusa de Facebook: Odnoklassniki; al ver esta situación y para entrar en onda, nuestro líder reseñado crea versiones alternativas sólo para uzbekos como davra.uz, por si quieren usarlo como el Tinder con gente de Uzbekistán. Eso sí, se le destaca que combatió el terrorismo islámico. Al mismo tiempo, Karimov tuvo que manejar un país étnicamente diverso. Sin pena alguna se postuló para el premio Nobel de paz por recibir refugiados de Kirguistán y se atrevió a criticar la violación de los derechos humanos en ese país.
Aparte del hijo que dejó en Moscú y que está más perdido que el hijo de Lindberg, Karimov dejó dos hijas: Gulnara (o Googoosha, como se autodenominó en su época pop) y Lola. Hermanas y rivales. La mayor, Gulnara, está bajo arresto domiciliario por hablar mal de papi en twitter y por corrupción, además de ser investigada por Suecia y Estados Unidos por lavado de dinero. Fue famosa por ser una gran cantante (?), diseñadora de modas, embajadora ante España, representante de Uzbekistán ante la UNESCO, etc., además de ser la persona más odiada de Uzbekistán según un diplomático de Estados Unidos. Toda una bendecida . Como cantante se comparó a sí misma con Kylie Minogue (!) y como diseñadora de modas creó sus propias colecciones y las exponía en Europa con resultados exitosos (?). Se dice que su hermana menor y su madre (la de ella) conspiraron para que no molestara más. La menor, Lola, es inteligente y un poco más recatada; reemplazó a la hermana díscola en la UNESCO. Pueden hacer clic en los nombres para que evalúen si sí o no.

Las niñas de papi, Gulnara a la izquierda y Lola a la derecha (Fuente)
El protagonista de ésta historia deja forzosamente el poder en Uzbekistán, y con él deja un legado de represión y corrupción muy fuerte incluso para los estándares de los países que pertenecieron a la URSS. Freedom House incluyó a Uzbekistan entre los países más represivos en 2015. Uzbekistán es el tercer país más cerrado a la inversión extranjera respecto a los otros países que pertenecieron a la URSS, sólo superado por Bielorrusia y Turkmenistán. Su dependencia hacia Rusia tanto económica como política se incrementó mientras Karimov estuvo a cargo. Eso sí, su crecimiento económico fue del 7% en 2014 y el nivel de desempleo se calculó en un 4.9% en el mismo año, aunque el 17% de su población está bajo la línea de pobreza (estimaciones del 2011) y el nivel real de desempleo se acerca al 20%.
Karimov murió el 2 de septiembre tras un derrame cerebral. La muerte fue anunciada, en primera instancia, por el primer ministro turco y después confirmada por los medios uzbekos tras la avalancha de rumores y de pésames de carácter diplomático. Luego de la muerte de Karimov, el Primer Ministro Shavkat Mirziyayev asumió el poder como presidente interino pero aún no se sabe a ciencia cierta quien tomará las riendas del país de manera permanente. Amanecerá y veremos.

Tumba de Karimov en la Plaza Registán (Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO) en Samarkanda, Uzbekistán (Fuente)
Nuevamente gracias a Heyber por tomarse el tiempo para escribir en éste, su blog. Espero que les haya gustado y, antes de irse, tres cosas:
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Segundo, si les gustó, péguenle una meneadita a la entrada haciendo click aquí.
Y tercero, si les interesa, les dejo a continuación más entradas del Blog de Banderas sobre algunos de esos presidentes disfuncionales que odiaríamos si nos los tuviéramos que aguantar en nuestros países pero que amamos aquí en las páginas del Blog de Banderas:
- Rumania: El Rey de los Dictadores: Ceaușescu y su cetro presidencial
- La “Incontinencia Oratoria” en su máxima expresión: Algunas frases de los tristemente célebres dictadores africanos
- Zimbabwe: Mugabe y la Desgracia de Zimbabwe
- Turkmenistán: Del nacionalismo excéntrico y otras cuestiones espaciales
Nos vemos en una próxima oportunidad y, como siempre, ¡adiós pues!
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