Fokol: Palabra bastante coloquial (y de paso despectiva) que en idioma afrikáans significa la “mismísima nada”, la ausencia absoluta de algo significativo, el vacío, la materialización de la inexistencia.
Y sí, cuando les dije a mis amigos que me iba de fin de semana a la Provincia del Cabo Norte, todos, absolutamente todos me dijeron “Enjoy the fokol!!!”. Es más, cuando publiqué algunas fotos del viaje en tuíter, dos de mis seguidores tuvieron una reacción similar. Uno dijo “ese lugar es más o menos lo que en Colombia llamamos un peladero”, mientras otro me preguntó literalmente “Llave, ¿uno cuánto se echa desde Ciudad del Cabo hasta allá hasta la concha de la lora en donde estaba usted este fin de semana?” (éste fue Sergio de @bitacorarugby, pero no le vayan a decir que yo lo hice quedar mal por acá porque me insulta).
Llámenlo fokol, la concha de la lora o peladero, la percepción que tenemos sobre el desierto en nuestra cabeza es generalmente negativa… es una de desolación, de ausencia, de inexistencia, incluso de desprecio. Tal vez porque no estamos acostumbrados a tener contacto con él, tal vez porque nos aterra la posibilidad de quedar atrapados en medio de la arena, tal vez porque es la antítesis de la “civilización” a la que nos hemos acostumbrado. Y sí, al desierto hay que tenerle respeto. No es un lugar que se pueda tomar a la ligera porque tiene la capacidad de exceder la lógica. Es un lugar que juega con la mente y que coquetea con la posibilidad misma del ser humano de sobrevivir. Cuando uno va al desierto, el que manda es él y a uno no le queda más opción que jugar con sus reglas o huir (si es que aún puede).
Pues allá me fui yo el fin de semana pasado… a ver la Sudáfrica que casi nadie ve. La que no está en los tours, la que no tiene safaris, la que no tiene grandes ciudades… Es la Sudáfrica del desierto, la aridez, las dunas, las montañas de piedra, la sequía y, como dicen ellos mismos, la Sudáfrica del fokol. Con eso, la entrada de hoy es extraña. Es una entrada sobre espacios abiertos y despoblados, una entrada sobre el desierto y sus particularidades. Una entrada en la que quiero mostrarles que, incluso en los lugares más agrestes, hay belleza por todas partes. Una entrada donde más que texto e historias, les muestro fotos y videos… Espero que les guste. Bienvenidos a la Provincia del Cabo Norte:
La Provincia del Cabo Norte es sin duda un lugar interesantísimo desde el punto de vista histórico. Primero, es un lugar donde se habla principalmente el idioma afrikáans. Resulta que por allá en el 1835, los descendientes de holandeses que vivían en la Ciudad del Cabo se marcharon hacia el interior de lo que hoy es Sudáfrica huyendo de los británicos que los habían derrotado, colonizado e incluso les habían prohibido el uso del idioma neerlandés (hoy afrikáans) en el territorio. Esa migración fue conocida como el Gran Trek y sacó a cerca de 15.000 afrikáaners de la Colonia del Cabo. Si bien la mayoría de ellos se fue hacia el nordeste a lo que luego serían las Repúblicas independientes del Estado Libre de Orange y el Transvaal (y ahí fue cuando fundaron las ciudades de Bloemfontein y Pretoria), algunos otros decidieron tomar rumbo a las zonas desérticas del norte donde tendrían menos posibilidades de encontrarse a los británicos.
Los afrikáaners (o bóers, que en afrikáans significa literalmente “granjero”) del Cabo Norte son la muestra clara del famoso refrán sudafricano: “Dale un bóer un pedazo de tierra y él la pondrá a producir”. Y sí, los bóers llegaron, desplazaron a las poblaciones nativas, se quedaron con las tierras desérticas del Cabo Norte y las pusieron a producir… Claro, usando la mano de obra de los negros que habían desplazado de sus tierras. Esto se vería aún más claro durante el Apartheid cuando el Estado Sudafricano prohibió la tenencia de la tierra para los no-blancos y consolidó el sistema de segregación racial que ustedes ya conocen. Con esto, el Cabo Norte es uno de esos lugares en Sudáfrica donde es muy difícil, casi imposible, poder comunicarse en inglés… toca en afrikáans o prepárense para hacerse entender con señas.
Segundo, ¿se acuerdan que hace unos años les conté la historia del Genocidio alemán en Namibia? Si quieren vuelvan a leer la historia, pero por si les da pereza, les dejo la versión resumida a continuación. Pues resulta corría el año de 1904 y Alemania estaba colonizando el África del Sudoeste (hoy Namibia). El objetivo era crear una colonia 100% blanca en África (a ellos siempre les han gustado esas cosas) y, de la mano del Teniente General Lothar von Trotha, empezaron a expulsar a las poblaciones Herero y Nama de sus lugares ancestrales hacia la inmensidad del desierto para quedarse con los territorios habitables para los colonos alemanes. La consecuencia de esta política fue que cerca del 70% de los Hereros y el 50% de los Namas murieron de sed en medio del desierto. Hay reportes que narran cómo las tropas de von Trotha encontraron cadáveres en huecos de más de 13 metros de profundidad en la arena del desierto que habrían sido cavados por los nativos buscando agua. Al no encontrarla, morían de sed en el fondo y sus huesos quedaban ahí, como trofeos de guerra para los alemanes. Y sí, el pasado alemán es más vergonzoso de lo que creíamos.
En cualquier caso, algunos Namas que lograron sobrevivir en el desierto o que se salvaron de ir a los campos de concentración (que los explico bien en la entrada de arriba) caminaron hacia el sur hasta cruzar la frontera entre el África del Sudoeste alemana y la Colonia del Cabo británica. Al entrar al territorio británico, estaban “a salvo” del exterminio (pero claro, no de la segregación) y se instalaron en Namaqualandia, la antigua zona Nama que había sido expropiada en su mayoría por los blancos. Eso hace que el Cabo Norte sea, en su mayoría, un territorio de migrantes. Los blancos, bóers que llegaron desde Ciudad del Cabo. Los negros, Namas (y en menor medida, Hereros) que bajaron desde lo que hoy es Namibia.

Y tercero, el Cabo Norte fue el lugar donde empezó la riqueza primero de la Colonia del Cabo y luego de Sudáfrica. Resulta que en 1866, un fulano que se llamaba Erasmus Jacobs encontró una piedrita brillante en su finca en las orillas del Río Orange cerca de la actual ciudad de Kimberley. Esa piedrita resultó ser el primer diamante que se descubrió en Sudáfrica y recibió el nombre de Eureka. A partir de ahí empezó la fiebre de los diamantes en la zona, a tal punto que para 1873, Kimberley era no sólo la segunda ciudad más grande de lo que hoy es Sudáfrica con 40.000 habitantes (después de Ciudad del Cabo) sino que se convirtió en la primera ciudad del hemisferio sur y la segunda del mundo después de Philadelphia en tener alumbrado público. Kimberley fue también la sede de la primera Bolsa de Valores de África en 1881.
La cantidad de diamantes que había en Kimberley era tal que entre 1871 y 1914, más de 50.000 mineros cavaron una de sus colinas y sacaron casi 3.000 kilogramos de diamantes. Esa colina hoy se conoce como el “gran agujero” (big hole en inglés o groot gat en afrikáans). Sí señores, la colina terminó convertida en un gran hueco con una superficie de 17 hectáreas, 463 metros de ancho y 240 metros de profundidad. Es más, debajo del gran hueco, los mineros siguieron excavando hasta alcanzar una profundidad de 1.097 metros. Así se ve lo que antes era una colina hoy:
Pero los diamantes no sólo aparecieron en Kimberley. En 1925, Hans Merensky también descubrió un yacimiento gigante de diamantes en Alexanderbaai en la desembocadura del Río Orange justo en la frontera con Namibia. Cuentan las crónicas de la época que los diamantes estaban justo sobre la arena y eran tan grandes que los mineros ni siquiera tenían que cavar… iban con un balde y una pala recogiéndolos del suelo. Por si les interesa más chisme histórico sobre los diamantes en esta zona, léanse esta entrada sobre el pueblo fantasma de Kolmanskop en Namibia que hice hace algunos años. En cualquier caso, les cuento que los diamantes del Cabo Norte sumados al oro descubierto en la zona del Witwatersrand (cerca de lo que hoy es Johannesburgo) financiaron no sólo gran parte de la expansión colonial británica en el mundo durante la primera mitad del siglo XX sino también al régimen del Apartheid en Sudáfrica después de 1948. Además, los diamantes de Kolmanskop, unos 250 kilómetros al norte de Alexanderbaai, financiaron gran parte de los gastos militares alemanes en la Primera y la Segunda Guerras Mundiales. Ahí tienen el dato ñoño del día: 2 pueblitos diminutos perdidos en la inmensidad del desierto africano ayudaron a financiar algunos de los proceso más atroces de la historia reciente de la humanidad.
Pero dejemos la diarrea mental y volvamos a lo que nos concierne. A pesar de los diamantes, las fincas ocasionales por ahí y 3 ó 4 “ciudades” esparcidas en el territorio (sólo 2 de ellas tienen más de 50.000 habitantes: Kimberley, la capital, y Upington), el Cabo Norte es básicamente un gran desierto. Ahora, no es el desierto que ustedes se imaginan donde no crece absolutamente nada. No. El del Cabo Norte es uno de los desiertos con mayor biodiversidad del planeta. De hecho, cuando estuve en el Sahara Occidental (y aquí pueden leer la historia), una de las cosas que me enseñaron es que el desierto cambia… algunas veces es sólo arena (como en Namibia o Níger), otras veces tiene algo de vegetación seca y quemada (como en el Sahara Occidental), y otras es una sucesión de plantas adaptadas a las condiciones extremas del lugar (como en Sudáfrica). Les muestro:


Y como el desierto del Cabo Norte es un gran oasis de biodiversidad, la provincia tiene 6 parques naturales, todos desérticos, pero todos absolutamente alucinantes. Si les quieren echar un vistazo, aquí se los dejo:
- Parque nacional de las Cataratas Augrabies
- Parque transfronterizo de Kgalagadi
- Parque nacional Mokala
- Parque nacional Namaqua
- Parque nacional Tankwa Karoo
- Parque transfronterizo de ǀAi-ǀAis/Richtersveld
Y a pesar de que me hubiera encantado conocerlos todos, el tiempo era limitado así que decidimos centrarnos únicamente en 5 lugares de la Provincia: la “ciudad” de Springbok como base, la reserva natural de Goegap, la costa norte en Port Nolloth, el poblado de Alexanderbaai (y de paso la desembocadura del Río Orange y la frontera con Namibia) y el Parque Nacional Namaqua. Entonces, salimos de Ciudad del Cabo con destino a la población de Springbok, la capital de la región de Namaqualand, donde nos quedaríamos a dormir las 2 noches.
Yo ya había estado en Springbok de paso hacia Namibia hace algunos años y recordaba que era un lugar aterrador. De hecho, en esta entrada describí el lugar así:
Finalmente, luego de algunas horas, llegamos a Springbok, nuestra gran metrópoli, hacia el final de la tarde. Afortunadamente nos habíamos demorado un par de horas más tomándole fotos a las montañas y al desierto en el camino porque Springbok puede tener el mejor nombre de todos… pero no hay NADA. Absolutamente nada. Es diminuta, fea, aburrida y un domingo por la noche no se consigue donde cenar ni por equivocación. Terminamos comiendo en un bar de mala muerte donde sólo vendían platos hechos con las entrañas de cuanto animal se encuentra en el desierto sudafricano: vacas, cerdos, corderos y ovejas… Menos mal sólo íbamos a pasar una noche allí y continuábamos nuestro camino a la mañana siguiente, sino hubiéramos podido morir de tedio extremo.
Pero esta vez el objetivo era otro. Springbok era únicamente el lugar donde pasaríamos las noches mientras recorríamos los parques nacionales durante el día. El camino por la autopista N7 desde Ciudad del Cabo ya empieza a mostrar la esencia del Cabo Norte. A medida que se avanza hacia el norte, el verde del Cabo Occidental da paso a tonos cafés, rojizos y ocres. De hecho, el Piekenierskloofpas ofrece unas vistas alucinantes al fokol sudafricano. Los dejo con algunas imágenes y videos de la vía:
N7 justo antes de Piekenierskloofpas



La vista desde Piekenierskloofpas






N7 con destino a Springbok











Sobre la N7 entre Ciudad del Cabo y Springbok
Y después de casi 6 horas de camino, llegamos a Springbok… Esa “ciudad” que tiene el mismo nombre del equipo de rugby sudafricano pero que es probablemente el poblado más feo que le he visto a Sudáfrica. Es pequeño, sin alma, sin vida y, sobre todo, sin mucho que hacer. Ahora, lo que sí es cierto es que uno no va a Springbok para quedarse en Springbok. Los alrededores están llenos de hotelitos fantásticos en la mitad del desierto donde se ven unos atardeceres alucinantes y desde donde se pueden visitar los parques naturales de la zona. Les muestro:







Sí señores, éste era el paisaje alrededor del hotel donde nos quedamos
Reserva Natural de Goegap
La Reserva Natural de Goegap está únicamente a unos 15 kilómetros afuera de Springbok. Es un lugar árido, montañoso y, por esta época del año, bastante desesperanzador. ¿Y entonces para qué ir si no hay nada? Dos razones en particular. La primera, Goegap es uno de los lugares de África Austral donde más se pueden ver las plantas suculentas que, según la güiki, son “aquellas en las que algún órgano o parte se ha modificado en una nueva especialización que permite el almacenamiento de agua en cantidades mucho mayores que en el resto de las plantas”. Son en últimas plantas adaptadas al desierto y, en Goegap, hay un montón de la familia Aizoaceae que son endémicas. Mis favoritas son los arbolitos diminutos que crecen solos, aislados en la mitad de la nada y que parecen una mezcla entre un cactus y un árbol dragón (sí, los de la Isla de Socotra a la que le tengo tantas ganas). Son una cosa loca. Y la segunda, es también uno de los pocos lugares en Sudáfrica donde se pueden ver óryxes del Cabo, en mi concepto, el antílope más elegante de todo África. Son hermosísimos. Les muestro:






























Pero Goegap no siempre es ocre y desoladora. Resulta que en primavera, con las primeras lluvias en el mes de octubre y por un par de semanas, la Reserva se transforma completamente. Es el desierto que florece… Y sí, lo que antes era arena y desolación se convierte en flores verdes, amarillas, moradas, azules y rojas. Como por arte de magia, el fokol deja de ser fokol… Habría que preguntarle a mi seguidor que la calificó de “peladero” si seguiría usando ese calificativo. Yo no pude ir en octubre porque andaba en Colombia, pero les dejo fotos de otras personas que sí estuvieron para que vean la diferencia:




La Costa Atlántica del Cabo Norte: Port Nolloth, Alexanderbaai y la desembocadura del Río Orange en la frontera con Namibia
Salimos de Goegap y tomamos rumbo al noroccidente para visitar los pueblitos de la costa Atlántica sudafricana esperando que el desierto sudafricano nos siguiera sorprendiendo. Y es que claro, después de ver lo hermosos que habían resultado Lüderitz, Kolmanskop y Swakopmund en la costa de Namibia, ¿por qué los pueblos sudafricanos serían diferentes? Bastante equivocados estábamos. Port Nolloth, que mis amigos me lo habían presentado como el lugar para vacacionar en el verano, resultó ser un poblado diminuto con 3 restaurantes que cerraban a las 3 pm y no mucho más que eso. Claro, las playas son hermosas, pero playas hermosas hay en muchos otros lugares. Lo que sí hay que decir es que, nuevamente, sería la carretera la que haría que el recorrido valiera la pena. Sobre todo por los pasos montañosos en la mitad del desierto. Les muestro:



Montañas entre Steinkopf and Port Nolloth
De camino a Port Nolloth
De camino a Port Nolloth





Playas de Port Nolloth sobre el Atlántico Sur
Eran las 12 del día y, después de darnos cuenta que en Port Nolloth no había mucho que ver, decidimos seguir hasta Alexanderbaai y almorzar allá. ¡Grave error! Resulta que Alexanderbaai es un poblado minero diminuto sin absolutamente nada más que un banco y una estación de correos. Y es que la palabra clave es “minero”. Resulta que en el lugar había tantos diamantes que el pueblo es propiedad privada de las compañías mineras. Hasta hace unos años, para entrar había que pedir autorización previa e, incluso hoy, hay que pasar un puesto de control con guardias de seguridad que lo interrogan a uno y le preguntan qué carajos va a hacer allá. Y claro, al decirle al guardia que queríamos almorzar, él se rió y nos preguntó: ¿y dónde van a almorzar si se puede saber? No había forma. Este mapache tampoco comería en Alexanderbaai porque no había restaurante alguno.
De camino entre Port Nolloth y Alexanderbaai

Sin embargo, Alexanderbaai es uno de esos lugares que nos gustan tanto a los lectores de este blog y a mí. Alexanderbaai está ubicada justo en la desembocadura del Río Orange… sí, es una de las zonas más ricas en diamantes del mundo, pero también es el punto donde se unen Namibia, Sudáfrica y el Atlántico Sur… Y con eso, había que ir hasta la desembocadura. Le preguntamos a Google Maps cómo llegar y resulta que Google Maps no sabía. Le preguntamos al único fulano que iba caminando por la vida y, como no podía ser de otra forma, resulta que sólo hablaba idioma Nama. Cagados. Finalmente decidimos arriesgarnos y seguir unas tenues huellas de llantas que vimos sobre el desierto y que parecían dirigirse hacia la desembocadura. 15 minutos por el desierto y vemos una señal del Ministerio del Medio Ambiente sudafricano: “Usted está entrando a una zona costera. Todos los vehículos que pasen este punto deben contar con un permiso ambiental del ministerio”. Nuevamente, cagados… En Alexanderbaai no había oficina del Ministerio donde conseguir la autorización. Pero claro, no había policía alguno a kilómetros a la redonda… De hecho no habíamos visto a NADIE desde que abandonamos la carretera en el “centro” de Alexanderbaai. Y aquí les voy a ser honesto. Si no hubiera existido algo parecido a una carretera que mostrara que era territorio virgen y que si yo seguía por ahí iba generar un daño ambiental irreparable, yo no hubiera ido… Pero no, había una carretera sin asfaltar que mostraba claramente que varios vehículos habían pasado por ahí recientemente. Y ahí fue cuando me dije, si ya entré a la República Democrática del Congo de ilegal, ¿por qué no voy a ir a la desembocadura del Río Orange? Y así fue. Al carro y hágale.
Unos 10 minutos después estábamos en la desembocadura. El lugar tiene un pequeño estuario donde el agua salada del océano y el agua dulce del río se intercambian según la marea. Hay flamingos en la distancia, algunas gaviotas, cormoranes y uno que otro león marino ocasional. Con playas a lado y lado, es curioso ver en la distancia, al otro lado del río, gente pescando y saber que eso, allá, ya no es Sudáfrica sino Namibia. Era uno de esos lugares que siempre juegan con mi cabeza… Siempre me cuesta entender cómo fue que dividimos el mundo de tal forma que “el otro”, “el diferente”, “el que no soy yo” vive ahí, en la ribera opuesta. El río es uno solo, el ecosistema es uno sólo, pero gracias a que por allá en el Siglo XIX británicos y alemanes se dividieron la zona, ahora hay una frontera en la mitad que el lado de allá dependa de Windhoek y el de acá de Pretoria, a pesar de esas ciudades estén a kilómetros y kilómetros de distancia. Les muestro:








Y luego de ir a la desembocadura, había que ir al puesto fronterizo oficial un par de kilómetros río arriba. Esas son las cosas que hacemos los ñoños de la geografía. Entonces, volvemos a Alexanderbaai, tomamos la carretera asfaltada y después de 5 minutos por el desierto vemos la señal: Customs 500 metres. Les hice un timelapse para que lo vean:
De camino entre Alexanderbaai y el puesto fronterizo con Namibia


Parque Nacional Namaqua
La última parada del viaje era el Parque Nacional Namaqua así que, al día siguiente y ya de regreso a Ciudad del Cabo, tomamos la N7 al sur desde Springbok y luego un desvío a la derecha par ir al poblado de Soebatsfontein, en el corazón del Parque Nacional Namaqua. Como era de esperarse, nuevamente la carretera estaba sin asfaltar y nosotros éramos los únicos disfuncionales dando vueltas por ahí.
Nuevamente, no era la época en la que el Parque está lleno de flores durante la primavera. A mí me tocó árido y desértico. Sin embargo, los pasos montañosos entre la N7 y Soebatsfontein son una cosa alucinante. A la izquierda, un precipicio de varios cientos de metros de altura que deja ver una planicie llena de pequeños arbustos que se pierde en el horizonte. Y claro, las fotos y los videos no le hacen justicia, pero es uno de los paisajes más conmovedores que he visto en mi vida. Ya abajo, springboks saltando por todas partes, cebras en el camino, óryxes del cabo pastando por ahí, tortugas, lagartos y serpientes. Nuevamente, el desierto no es un peladero… al menos no éste. El desierto es la casa de montones de especies que uno simplemente no ve por creer que simplemente está en el fokol. Les muestro el Parque Nacional Namaqua:
Saliendo de Springbok hacia el Parque Nacional Namaqua
Recorriendo el Parque Nacional Namaqua
























Parque Nacional Namaqua
Parque Nacional Namaqua
Y nuevamente, como en Goegap, yo llegué tarde a Namaqua. Sólo para que vean cómo se ve el parque después de las primeras lluvias de la primavera, les dejo las siguientes fotos… Díganme si no es un lugar alucinante:




Y hasta aquí llego por hoy con la visita al Cabo Norte en Sudáfrica. Yo sé que fue una entrada extraña pero tenía ganas de hacerla… A pesar de que no hay mucho en términos convencionales de turismo, yo me enamoré del lugar. Espero que ustedes también.
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