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Las islas africanas que hablan español por culpa de la ciudad de São Paulo

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Nuestra historia comienza a principios de enero de 1554 cuando un grupo de sacerdotes portugueses jesuitas encabezados por Manuel da Nóbrega y José de Anchieta se alejaron por primera vez de la costa brasilera y atravesaron la Serra do Mar en lo que hoy es el Estado de São Paulo para iniciar el proceso de catequización de los indígenas en el interior del territorio. Había que llevar la palabra del señor a todas partes, ¿no? Pues bueno, luego de escalar montañas, atravesar pantanos y ser víctimas de la picadura de uno que otro mosquito, a unos 55 kilómetros de distancia de la costa y a 760 metros de altura sobre el nivel del mar, el 25 de enero, día en el que la iglesia católica conmemora la conversión del apóstol Pablo, Nóbrega y Anchieta fundaron la población de São Paulo de Piratininga. Era el inicio de la colonización del interior de Brasil y, además, de la ciudad más grande de Sudamérica en la actualidad.

File:Antônio Parreiras - Fundação de São Paulo, 1913.jpg

Pintura de Antônio Parreiras que ilustra la fundación de la ciudad de São Paulo (Fuente)

El poblado de São Paulo de Piratininga empezó con la construcción de un colegio destinado a la educación católica de indígenas en el Valle del Río Anhangabaú, nombre que en idioma tupi significa “el río del diablo” o el “río de la maldad”… Era, claro, un lugar históricamente evadido por los indígenas y que ahora tendrían que visitar a diario para ilustrarse con el conocimiento impartido por los sacerdotes portugueses. Había que eliminar las costumbres de los indígenas y educarlos en la palabra del señor… del único señor. Como dato curioso por si van a São Paulo, el colegio se conserva aún hoy en lo que se conoce como el “Pátio do Colégio“, una plaza hermosa en pleno centro de la ciudad de São Paulo. Les muestro:

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Patio del Colegio en el centro de São Paulo


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Patio del Colegio


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Placa que conmemora la fundación de São Paulo en el Patio del Colegio


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Monumento en el Patio del Colegio

Pero volvamos a nuestra historia. La llegada de pobladores a São Paulo de Piratininga empezó 6 años después, en 1560, cuando el hidalgo Mem de Sá, gobernador de la colonia, decidió que su vida sería mucho más interesante si le jodía la existencia a todos los habitantes del pequeño pueblo de Santo André da Borda do Campo y ordenó que todos, absolutamente todos, se mudaran a las inmediaciones del Patio del Colegio. La excusa era que, por su ubicación, Santo André da Borda do Campo era presa fácil para los ataques de los pueblos indígenas de la zona. Por el contrario, en São Paulo de Piratininga los sacerdotes ya habían sometido convertido al jefe indígena y habían logrado que reinara la paz. Así, Santo André da Borda do Campo pasó a mejor vida después del abandono masivo y la población de São Paulo de Piratininga fue ascendida a la categoría de Villa.

Todo iba bien. Los sanandresanos – llamémoslos así porque no tengo ni idea cuál sea el gentilicio de la gente que nació en Santo André da Borda do Campo – se iban acostumbrando a su nueva vida en las montañas y los indígenas ya estaban aprendiendo portugués y echándose la cruz todas las mañanas al llegar al colegio. Algunos hasta llevaban un crucifijo en el cuello con la imagen del señor… del nuevo señor, del que les había llegado de Portugal. La voluntad la reina se estaba cumpliendo. Pero había un problema pequeñito… Al estar en las montañas, São Paulo estaba lejos de los centros económicos de la colonia y, con eso, había quedado aislada del comercio convirtiéndose en la ciudad más pobre de la América portuguesa.

Distancia entre el Patio del Colegio y la costa brasilera

Así, con una población creciente pero sumida en la más absoluta de las pobrezas, ¿qué opción había? Pues fácil… eso en la época colonial en realidad no era un problema. Resulta que un montón de fulanos que vivían en São Paulo de Piratininga se agruparon y salieron hacia el occidente con el objetivo de capturar indígenas y convertirlos en esclavos para después venderlos en las plantaciones de azúcar de la colonia. Con el tiempo, también se dedicarían a la minería y en algunos casos a la agricultura. Eso, damas y caballeros, es lo que yo llamo emprendimiento. ¿Y es que cómo no se les había ocurrido antes? Los indígenas igual no tenían alma… al menos no los que no se habían convertido al catolicismo. Ahí estaba la fuente de riqueza y, con la trata de indígenas, São Paulo de Piratininga empezaba a ganar importancia y protagonismo en el Brasil colonial.

Y aquí es cuando la historia se complica. Estos fulanos – que empezaron a ser conocidos como los Bandeirantes – avanzaron tanto hacia el occidente que llegaron hasta los territorios españoles al otro lado de la línea trazada en el Tratado de Tordesillas de 1494 en el que se habían dividido las posesiones portuguesas y españolas en el mundo. Para ubicarnos, en Todersillas se dividió el planeta de la siguiente manera (y aquí les dejo el texto original en español antiguo para que se entretengan):

“que se haga é señale por el dicho mar Océano una raya, ó línea derecha de polo á polo, convien á saber, del polo ártico al polo antartico, que es de Norte á Sul, la qual raya ó línea se aya de dar, é dé derecha, como dicho es, á trecientas é setenta leguas de las islas del Cabo Verde, hacia la parte del Poniente, por grados ó por otra manera como mejor y mas presto se pueda dar, de manera que no sean mas”.

“É que todo lo que hasta aquí se ha fallado é descobierto, é de aquí adelante se hallare, é descobriere por el dicho señor de Portugal, é por sus navios, asy islas como tierra firme, desde la dicha raya, é línea dada en la forma susodicha, yendo por la dicha parte del Levante dentro de la dicha raya á la parte del Levante, ó del Norte, ó del Sul della, tanto que no sea atravesando la dicha raya, que esto sea, é finque, é pertenezca al dicho señor rey de Portugal é á sus subcesores, para siempre jamas, é que todo lo otro, asy islas, como tierra firme, halladas y por hallar, descubiertas y por descobrir, que son ó fueren halladas por los dichos señores rey é reyna de Castilla, é de Aragón, etc., é por sus navios desde la dicha raya dada en la forma susodicha, yendo por la dicha parte del Poniente, después de pasada la dicha raya hacia el Poniente, ó el Norte, ó el Sul della, que todo sea, é finque, é pertenezca á los dichos señores rey é reyna de Castilla, de León, etc., é á sus subcesores para siempre jamas”.

Puede que uno no entienda nada del texto anterior, pero lo que sí es claro es que era PARA SIEMPRE JAMÁS… Mejor dicho, tenía más reversa un orgasmo. Y así, doña Isabel, don Fernando y don Juan II se dividieron el planeta entero como si fuera el patio de su casa. Vean:

División del mundo según el Tratado de Tordesillas (Fuente)

Y volvemos a la historia. Ya sé que hoy estoy dando muchas vueltas pero son necesarias, así que no me armen sindicato… al menos todavía no. En cualquier caso, como era obvio, a España no le gustó mucho que los bandeirantes se le metieran a los territorios que con tanto esfuerzo habían invadido colonizado. Pero seamos honestos. España tenía razón. Estos señores no contentos con tener el extremo oriental de Sudamérica, se internaron en la América española sin ningún tipo de vergüenza. Miren:

Rutas de los Bandeirantes en la América Española (Fuente)

Como era de esperarse, la invasión portuguesa a los territorios españoles, principalmente a la región de Misiones Orientales en las inmediaciones del Río Uruguay, llevó a la Guerra Fantástica entre 1761 y 1763 y luego a la Guerra Hispano-Portuguesa entre 1776 y 1777. Bala va y bala viene en la Península Ibérica, bala va y bala viene a lado y lado del Río de la Plata… mejor dicho, se armó el mierdero.

Y así, para solucionar el pequeño problemita, Su Majestad Católica el Muy Poderoso don Carlos III Rey de España y de las Indias y Su Majestad Fidelísima la Muy Poderosa Doña María Reyna de Portugal, Brasil y el Algarve – se queda uno sin respiración después de leer esos títulos – se reunieron en 1778 en el Palacio de El Pardo en Madrid para limar asperezas. El objetivo era decidir quién se quedaba con qué para ver si así dejaban de darse bala por la vida.

Aunque no hay muchos datos del Tratado de El Pardo, la negociación giró en torno a un mal genio de proporciones descomunales por parte de don Carlitos a quien le habían invadido su finca mientras la buena doña María sonreía pícaramente sabiendo que había jodido al vecino. Don Carlitos le decía: “Su Majestad Fidelísima la Muy Poderosa Doña María, vuestra merced me ha invadido mis tierras en una clara violación a lo acordado en Tordesillas… No olvide usted que era por siempre jamás. Además, yo he respetado los acuerdos previos y me he quedado fuera de África que es toda suya”. Y fijo ahí fue cuando doña María le contestó “Paila” – que en Colombia es algo así como “te jodiste por imbécil” -.

El resultado final del Tratado fue que, palabras más, palabras menos, a don Carlitos me lo estafaron. El Pardo estipuló que se respetaría el principio del Uti possidetis iuris, es decir, cada cual se quedaba con los territorios que tenía en su poder al final de la Guerra Hispano-Portuguesa de 1777 y, con eso, Doña María de Portugal conservaría las Misiones Orientales – más o menos el territorio correspondiente al Estado de Río Grande do Sul en el actual Brasil -.

Pero Doña María aún tenía algo de bondad en su corazón. Para resarcir el daño que había ocasionado a España y, según ella, para “compensar de algún modo las cesiones, restituciones y renuncias hechas por la corona de España”,

“cedería Su MAJESTAD FIDELÍSIMA, como de hecho ha cedido y cede por sí y en nombre de sus herederos y sucesores á Su MAJESTAD CATÓLICA y los suyos en la Corona de España, la isla de Annobón, en la costa de África, con todos los derechos, posesiones y acciones que tiene á la misma isla, para que desde luego pertenezca á los dominios españoles del propio modo que hasta ahora ha pertenecido á los de la Corona de Partugal; asi mismo todo el derecho y acción que tiene ó puede tener á la isla de Fernando del Po en el golfo de Guinea, para que los vasallos de la Corona de España paedan establecer en ella, y negociar en los puertos y costas opuestas á la dicha isla, como son los puertos del río Gabaon, de los Camarones, de Santo Domingo, de Cabo Fermoso y otros de aquel distrito, sin que por eso se impida ó estorbe el comercio de los vasallos de Portugal, particularmente de los de las islas del Principe y de Santo Tomé, que al presente van, y que en lo futuro fueren á negociar en dicha costa y puertos, comportándose en ellos los vasallos españoles y portugueses con la más perfecta armonía, sin que por algún motivo ó pretexto se perjudiquen ó estorben unos á otros”.  (Aquí el texto completo del Tratado de El Pardo por si les interesa).

Y así, gracias al buen corazón de Doña María, las islas de Annobón y Fernando Poo – hoy conocida como Bioko -, así como el territorio continental que sería llamado la Colonia del Río Muni, pasaron a manos de su majestad don Carlitos con el nombre de Guinea Española. Claro, eran los territorios menos productivos en el Golfo de Guinea y, además, los que más presencia de enfermedades tropicales tenían. Eso sin contar que Portugal se quedó con las islas de São Tomé y Príncipe que eran de vital importancia para el comercio y la navegación en la zona. En últimas, para que se den cuenta de cómo funcionó el asunto, España le cedió a Portugal un área aproximada de 281.000 kilómetros cuadrados en Sudamérica a cambio de un territorio de 28.000 kilómetros cuadrados en el África ecuatorial.

File:GUINEA ECUATORIAL.png

Mapa del Golfo de Guinea con el territorio continental de Guinea Ecuatorial y las islas de Bioko (antes Fernando Poo) y Annobón (Fuente)


MALABO

Panorámica de Malabo, capital de Guinea Ecuatorial (Fuente)


Annobon

Panorámica de la Isla de Annobón con el poblado de San Antonio de Palé en Guinea Ecuatorial (Fuente)

Con esto, cuando vean un mapa de África y se pregunten por qué carajos hay un pequeño país que habla español en medio de tantas excolonias francesas y británicas, la respuesta es: porque por allá en el siglo XVI a unos fulanos les dio por salir de São Paulo a cazar indígenas para ver si salían de la pobreza. Fácil. Incluso hoy en día, esos fulanos, los Bandeirantes, son presentados como héroes en Brasil porque fueron los responsables de la gran expansión territorial del país… Y hasta tienen un monumento en la ciudad de São Paulo.

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Monumento a los Bandeirantes en São Paulo


2013.06.16 Sao Paulo, BR (40)

Monumento a los Bandeirantes en São Paulo


2013.06.16 Sao Paulo, BR (42)

Monumento a los Bandeirantes en São Paulo


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Monumento a los Bandeirantes en São Paulo

Y hasta aquí llegamos por hoy con esta entrada corta pero sustanciosa. Espero que les haya gustado y, antes de terminar, les dejo las redes sociales del Blog. Síganme y echamos chisme como es debido: Twitter / InstagramFacebook / Youtube. Hasta una próxima oportunidad y, como siempre, ¡Adiós pues!

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